Llevo unos cuantos días en los que, nada más levantarme, me miro al espejo fijamente y me digo en voz baja: «Lucía, tía, espabila». Tengo que repetírmelo tres o cuatro veces porque al principio estoy dormida y no me entero, pero creo que el mensaje va penetrando poco a poco en mi subconsciente. Es hora de tomar las riendas de mi vida, tengo 27 años, ya no soy una cría. Y aquí estoy, sin una mala sociedad opaca que llevarme a la boca ni una cuenta bancaria secreta en algún paraíso fiscal. Está claro que no voy por el buen camino, algo está fallando. Creo que es culpa de mis padres, que no supieron introducirme en los círculos sociales adecuados.

De hecho, yo he estado en Panamá, pero de mochilera. Hay que ser pánfila, tantas horas de avión y no se me ocurrió dar una vuelta por el lado salvaje del fraude fiscal. A lo mejor hasta pasé por delante de las oficinas de Mossack Fonseca y no me enteré. Si lo llego a saber, aprovecho y monto alguna compañía de exportación e importación. La hubiera llamado Lulu Megapower International Trading. Por cierto, si tenéis pensado ir a tierras panameñas para poner en marcha vuestra propia offshore, os recomiendo el hostal Luna's Castle. Muy buen ambiente, las literas son cómodas y hay tortitas gratis para desayunar. A Vargas Llosa le encantaría.

Total, que soy una cobarde conformista sin espíritu emprendedor y así me va como me va. ¿Cuántos sacos con el símbolo del dólar he tenido que sacar a hurtadillas de Suiza? Ninguno. ¿En cuántas empresas montadas para evadir impuestos figura mi firma? En ninguna tampoco, menuda vergüenza. Por no tener, no tengo ni una mísera denuncia por extorsión. Ni una sola. Bueno, a veces le hago chantaje emocional a mi poco cariñoso hermano diciéndole: «Dame un abrazo, mamá se pone triste si piensa que no nos queremos». Pero vamos, no creo que mi actuación sea comparable a la presunta maestría en esos lares de Manos Limpias y Ausbanc.

Al final va a resultar que todo el mundo estaba metido en chanchullos millonarios menos yo, qué pena más grande. Sí, tú también lector, no disimules, te he pillado. El problema es que si empiezo ahora a ponerme las pilas con el tema de las sociedades opacas voy a parecer una copiona sin personalidad. Me pasa mucho esto de no llegar a tiempo a las modas: empecé a llevar pitillos muy tarde, me aficioné a Juego de Tronos en la cuarta temporada y fui a ver la nueva de Star Wars cuando ya nadie tenía ganas de comentarla. Seguro que en cuanto registre Lulu Megapower International Trading en Panamá este país está demodé para defraudar al fisco y lo que se lleva es Madagascar o Pyongyang. La historia de mi vida.

Pero algo tendré que hacer, no voy a quedarme marginada para siempre. Que no soy más que Rodrigo Rato, pero tampoco menos. Puede que él pase las vacaciones en un yate, pero yo tengo un montón de calcetines con estampados graciosos y todas las novelas de Pepe Carvalho. Con Bertín Osborne sí que no puedo competir: vende su propia marca de lomo embuchado con su cara en el envase. Una debe saber qué metas resultan alcanzables y cuáles son fantasías imposibles de cumplir.