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Marc Llorente

Irreverente parodia

Rinconete & Cortadillo

Teatro Principal de Alicante

Texto: Alberto Conejo (a partir de Cervantes). Dirección: Salva Bolta. Producción:Sexpeare.

Producciones Sexpeare cumple 20 años con sus hilarantes despropósitos. Pueden gustar o irritar. El dúo de comediantes lo componen Santiago Molero y Rulo Pardo, versátiles actores, dirigidos por Salva Bolta, que se mueven en el campo de la parodia. Alberto Conejero ha escrito el texto a partir de una narración breve e incluida en las Novelas ejemplares (1612), aunque hubo una versión de Rinconete y Cortadillo en 1604, hecho que se subraya en la primera parte del Quijote. Como ya saben, se conmemora el IV Centenario del fallecimiento de Cervantes. Es una excusa para representar irreverentes escenas que cuestionan al autor de estos clásicos y jóvenes pícaros. Se conocen en una venta situada en el camino de Toledo a Andalucía y son hábiles ladrones. Las andanzas de una de esas parejas de simpáticos e inseparables caraduras. Y ahora les encontramos unos años después en la Corte de 1621, víctimas de la ficción escrita por don Miguel. Rechazando las aventuras donde se les presenta como pillos y ofreciendo al novelista el manuscrito de las auténticas realidades de Pedro del Rincón y Diego Cortado. Tras unos alborotos, están confinados, reflexionan y recuerdan fechorías. El espacio ofrece una proyección en la que se ve el cuadro de Las Meninas pero sin sus personajes. Molero y Pardo, con desenvoltura, aluden a la situación político-social de hoy y a la corrupción. Recurren al rap, a las trompetillas gaditanas y a la chirigota evocando a Los Pecos. Las concesiones vulgares pueden sobrar. Salta la sintonía del Un, dos, tres? responda otra vez y oímos la música de Mariano Marín en forma de marchas sevillanas. Sevilla surge en el relato cervantino por ser cosmopolita y comercial, caldo de cultivo para la mafia. Los dos tipos en uno buscan libertad y dinero y se unen a una cofradía de delincuentes. Pese a las quejas, Cervantes les dio la gloria. Las desventuras de Pedro y Diego nos conducen al existencial talante de Esperando a Godot, de Beckett, con la felicidad que no llega. La fuerte fe religiosa de aquel tiempo se daba incluso en el hampa, por lo que A Dios rogando y con el mazo dando define la ejemplaridad.

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