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Francisco Esquivel

Tiene que llover

Francisco Esquivel

Ideales quijotescos

Dos personajes más que secundarios del «Quijote», como Altisidora y Antonio Moreno osan salir de su decoro con tal de defender los derechos -orgullo mejor-de autor dentro de la cruzada anti Avellaneda emprendida por don Miguel, harto ya de estar harto y hasta la coronilla de que sus detractores hicieran de su capa un sayo con las aventuras de quien ni los más acérrimos contrincantes evitarán que, al pasar de los tiempos, se convierta en santo y seña de la singularidad de un pueblo. Y eso que quienes la emprendieron contra el ingenioso manco de Lepanto eran, en línea con él, cuatro muertos de hambre. Fíjense si al sin par narrador le hubiese tocado lidiar con Google. Dado que éste arrasa con todo, ahí sí que se hubiese acabado la magia del viaje al interior porque lo que nadie puede poner desde luego en duda es que el buscador es un gigante.

La velocidad de distribución por entonces era casi tan considerada como la de Movistar. Los primeros cinco ejemplares del «Quijote» salieron en febrero de 1605 y no llegaron a Hispanoamérica hasta octubre del año siguiente. Y lo hicieron, con perdón, a Panamá. Pero apenas unos meses después, en un pueblo minero por las cercanías de Cuzco, el de la Triste Figura, Sancho Panza y Rocinante formaban parte junto a otros caballeros consagrados de representaciones, reminiscencias de torneos medievales y fiestas en honor del nuevo virrey que, pásmense, no era el podemita de Pablo Iglesias. Qué barbaridad. Menos mal que la afrenta pronto será reparada ahora que, tras colgar de los molinos a quienes lo cuestionan, el prenda es lo que siempre persiguió. Maduro, claro.

No deja de ser paradójica la cantidad de quijotes hoy sueltos y los pocos hidalgos que se adueñan del escenario. Lo advirtieron en su día Unamuno, Gavinet y Rodó: ¿Por qué el maestro de la proverbial locura no hará de vez en cuando aparición? Bueno, para eso están los arqueólogos que aseguran haber dado con sus huesos. Aunque tonto, Cervantes no era. Y si se ha tirado siglos desaparecido, por algo sería.

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