Los regalos de la Gürtel y de El Bigotes a sus «amiguitos del alma» eran de una significación inequívoca. Fue Pablo Iglesias el que empezó con los regalos con mensajes entre representantes y líderes políticos. Era quizá una forma de ganar titulares en prensa. El regalo al Rey Felipe VI de la colección de Juego de Tronos abrió las sugerencias. Las luchas por el poder en una corte medieval. Luchas dinásticas entre varias familias nobles por el control del Trono de Hierro y los intentos de recuperar el mismo. Es conocida la admiración del dirigente de Podemos por la serie inspirada en Canción de hielo y fuego, bastante violenta, es una política de pasillos, de luchas palaciegas. Es la política del tactismo en sectores aristocráticos, entre las élites. Dejando a la gente en el patio de butacas, de meros espectadores. El próximo lunes 25, coincidiendo con las nuevas consultas reales, se estrena la sexta parte de la exitosa serie, se basa en algunas de las novelas en que se inspiró la temporada pasada -Festín de cuervos, Danza de dragones-, pero también aporta nuevo material original. Igual les inspira para formar Gobierno.

Siguiendo el ejemplo, el president de la Generalitat Catalana Carles Puigdemont recibió a Iglesias con una biografía de Andreu Nin, seguint les tues passes. Y adornado con la siguiente dedicatoria: «Como agradecimiento para que conozca mejor la biografía de alguien que expresó muy bien el compromiso del obrerismo catalán en la lucha por los derechos nacionales como indisolubles del proyecto social». Nin fue uno de los principales dirigentes del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), de inspiración trotskista, creado durante la II República, rechazaba la línea stalinista de los partidos prosoviéticos como eran el Partido Comunista de España o su correspondiente en Cataluña el PSUC. Los trotskistas a menudo utilizan como táctica el «entrismo», meterse en organizaciones más numerosas -«de masas» que dicen «las vanguardias»- para hacerse con la dirección y orientarlas hacia objetivos revolucionarios. A Trotsky, que se exilió a México huyendo de Stalin, lo asesinó un comunista español; a Andreu Nin, en plena guerra civil, lo mataron los comisarios comunistas enviados también por Stalin. No se me ocurre qué parte de la biografía debe conocer mejor. Lo de su compromiso con los «derechos nacionales como indisolubles del proyecto social», es nuevo, seguramente también para Nin. Será alguna de las historias surgidas en el congreso de historias, más que de historia, que financió la Generalitat de Artur Mas.

La segunda parte de Don Quijote, es el libro que le regaló el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, al president de la Generalitat, Carles Puigdemont durante su visita a la Moncloa. La segunda parte la escribió Cervantes para desenmascarar la falsa segunda parte de El Quijote escrito por Avellaneda, y publicado en Tarragona. En varios capítulos, Sancho Panza da algunas de las más divertidas y sensatas lecciones de buen gobierno de su ínsula, en que explica que rinde cuentas a quien le nombró: «Ya se sabe que todo gobernador está obligado, antes de que se ausente de la parte donde ha gobernado, dar primero cuenta de su actuación en el cargo público». Y sobre la corrupción sienta cátedra, «mas saliendo yo desnudo, como salgo, no es menester otra señal para dar a entender que he gobernado como un ángel».

En esta segunda parte, Cervantes lleva a Don Quijote a Barcelona a una imprenta donde están corrigiendo las pruebas de El Quijote apócrifo, «en verdad y en mi conciencia que pensé que ya estaba quemado y hecho polvos por impertinente; pero su San Martín se le llegará como a cada puerco, que las historias fingidas tanto tienen de buenas y de deleitables cuanto se llegan a la verdad o la semejanza de ella, y las verdaderas tanto son mejores cuanto son más verdaderas». Decidido a terminar la novela para evitar nuevas falsificaciones, es en Barcelona donde Don Quijote es derrotado por el Caballero de la Blanca Luna -el bachiller Sansón Carrasco- que le impuso la retirada «a su lugar un año» o «hasta el tiempo que por mí le fuere mandado». «¡Aquí fue Troya!», se lamentaba Don Quijote cuando abandonaba Barcelona, al pasar por el sitio donde había sido derrotado.

«¡Dios os perdone el agravio que habéis hecho a todo el mundo en querer volver cuerdo al más gracioso loco que hay en él!», le reprocharon los huéspedes catalanes al bachiller. Regalos con mensajes para todos, ¡aquí es Troya!