Cada vez que aparecen noticias sobre el caso de la CAM, aquella caja nuestra que fue literalmente aniquilada en tiempos de Modesto Crespo, algo tiembla en mi interior. Me sigue pareciendo una situación penosa. Parece que los investigados por este hecho están cada vez más cercanos al banquillo, después de que la causa de las comisiones llegara a los juzgados de Alicante por orden del Tribunal Supremo. Lo que resulta triste, en todo caso, es que el daño está hecho y es irreparable, la caja quedó arrasada y no queda de ella más que la testimonial Fundación CAM, en la que dicen las malas lenguas que no hay ni un duro. Da igual la condena que impongan en su día a quienes resulten legalmente responsables en el proceso penal, porque lo triste es que jamás se podrá regresar a la situación anterior a los desmanes. Por tanto, a mí que los dejen al sol o a la sombra me parece que tanto da, salvo por la ejemplaridad de cara a terceros.

Lo que por otra parte me ha dejado a cuadros esta semana han sido las detenciones de los responsables de Ausbanc y del sindicato Manos Limpias. Empezando por este último, me nace como natural decir lo del viejo refrán, eso de dime de qué presumes y te diré de qué careces. Aunque sinceramente también pienso en otro refrán menos fino, porque sinceramente esto es el colmo. Las acusaciones que pesan sobre los detenidos son de una gravedad que no se puede negar, mucho menos cuando se supone que se trata de entidades que nacieron con el propósito de proteger los derechos del ciudadano y del consumidor. Y espero que la ley actúe con todo el rigor en este caso, en pro de nuestra necesidad de seguridad jurídica y transparencia. Parece que desde Manos Limpias trataron de extorsionar incluso al letrado de la Infanta, el insigne Miquel Roca, y que el mismo, sin embargo, se negó a participar en el negociete que al parecer le habían propuesto para retirar la acusación contra la Infanta. Menos mal que Roca es un letrado honesto porque, de no haber sucedido así las cosas, tal vez la Corona se estaría en estos momentos tambaleando. Y es que al final casi todo se acaba sabiendo. Por otra parte, a ver lo que duran los de Manos Limpias pontificando, teniendo lo que tienen de puertas adentro.