Pedro Almodóvar ha estrenado recientemente Julieta que es una película dramática interpretada en sus papeles protagonistas por Emma Suárez y Adriana Ugarte, y en la que se habla de la historia de una mujer en dos etapas de su vida y de la tristeza y depresión de una madre a quien abandona su hija única, y de amores tardíos y de sentimientos de culpa. Y me reconozco admiradora del genio creativo de Almodóvar como guionista y director de cine, y aunque no es este su mejor momento al aparecer involucrado en el escándalo conocido como los papeles de Panamá, pienso que son cuestiones diferentes, Pedro me parece un gran artista y salvo algunas pocas películas suyas que me decepcionaron, su estilo narrativo, sus personajes y su estética, no me dejan indiferente, mientras observo que, como suele ocurrir con este tipo de personas tan creativas y especiales, o se les ama o se les detesta, y yo estoy en el primer grupo: hasta en muchas facetas de mi vida pienso que me encantaría, ahora que nadie me escucha, ser una chica Almodóvar, como dice Joaquín Sabina en su canción.

Almodóvar narra en su largometraje Julieta los devastadores efectos de la culpa, que no tendría una connotación negativa si nos dirige a enmendar acciones en las que hayamos causado algún perjuicio y por las que nos sintamos mal, pues el problema surge cuando la culpa se queda en el remordimiento y el autocastigo.

Si del sentimiento de culpa no pasamos a la acción reparadora y nos quedamos anclados en aquella, se desarrolla el binomio culpa-expiación, y no hay persona que no se sienta culpable que no esté infringiéndose una pena, porque la culpa es una opción, que no nos exime de nuestra responsabilidad en los hechos, y de la reparación de los mismos en lo posible, por lo que tenemos que mirar el pasado como algo que jamás puede modificarse, pero que nos puede aportar el conocimiento y la experiencia para evitar repetir errores cometidos.

Y como hay muchas maneras de enmendar el posible daño causado, me imagino que debe ser esa la intención del cineasta manchego, que en una entrevista -me cuentan- asegura que no sabía nada de los papeles de Panamá, aunque asume la responsabilidad que pueda surgir por estar en ellos, mientras me pregunta una amiga cuál considero la mejor película de Almodóvar, y claro, le respondo que es esa precisamente en la que estás pensando tú.