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A Informe semanal le falta lustre. Eso es algo que es sabido. Sabido por los que lo seguimos sábado a sábado. No tanto por aquellos que hablan de oído, por hablar, porque toca cargárselo. El Informe semanal actual tiene varios problemas. Sobre uno de ellos, su ideologización, ya se ha dicho bastante, por lo que tampoco conviene abundar en el asunto. Pero hay otro de tiempo, de minutado, que sí sería necesario afrontar. Nueve minutos son insuficientes para establecer un relato mínimamente desarrollado de los hechos.

Juan Antonio Tirado nos ofreció en la última edición un reportaje modélico sobre la figura de Mario Conde. A la antigua usanza. Con las limitaciones que dan los 9 minutos. Pero dándolo todo. Y entroncando con la esencia de los «informes semanales» de antaño. Con la participación inestimable de la realizadora Teresa Pérez Casado, que recuerdo que cuando visité un día al equipo del programa me regañaron los realizadores reivindicando el 50% de la autoría de cada reportaje.

Hablando de ideologías, sería bueno recordar a quienes no comulgan por el modelo actual impuesto por Jenaro Castro Muiña, que a lo largo de sus 40 años de historia no ha sido ni el primero ni el segundo que ha impreso su supuesto sesgo en la escaleta y en los contenidos. No me he perdido ni una sola de las columnas de Jorge M. Reverte desde que empezó a publicarlas en El País. Y podría calificarlas de cualquier cosa, menos de desideologizadas. Pues bien, es fácil deducir que cuando Jorge dirigía el programa (su hermana Isabel también firmó reportajes en él) aquello no sería ni inocente ni inocuo. Y otro tanto podríamos decir de los que se emitieron durante la etapa de María Antonia Iglesias.

Pero con independencia de ideologías, que Informe semanal vuelva a durar una hora, por favor. Que recupere el lustre.

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