Nadie pone en duda el importante papel desempeñado por las Diputaciones desde su creación en el Siglo XIX, en 1833, con la división territorial del Estado, y en 1924 y 1925 con los Estatutos Municipal y Provincial de Calvo Sotelo que las configura definitivamente, siendo lo más destacable las ayudas técnica y económica prestadas a los municipios pequeños para la implantación de los servicios públicos mínimos obligatorios. Pero, con la irrupción del Estado de las Autonomías, consagrado por nuestra Constitución de 1978, voces autorizadas claman por su desaparición, propugnando su absorción por las Comunidades Autónomas, tal como ha sucedido en las uniprovinciales: Madrid, Murcia, La Rioja, Navarra, Asturias€

Tras las últimas elecciones locales y autonómicas de mayo del pasado año en que dejó de gobernar el PP después de varios mandatos consecutivos, se constituyó el nuevo Consell cuyos componentes, PSOE y Compromís, que junto con Podemos abogan por su desaparición, ha aprobado, mediante decreto en el área de Turismo, la coordinación de las actuaciones de las tres Diputaciones en tal materia, habiéndose recurrido ya por la de Castellón ante el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, siendo inminente la presentación de otro recurso por la de Alicante. Mientras tanto, se anuncian nuevos decretos para coordinar, asimismo, las actuaciones en Cultura y Deportes, que también se recurrirán al considerar aquellas que merman sus competencias. Pero el Ejecutivo cuenta con el aval del Consell Jurídic Consultiu en el sentido de que nada impide a la Generalitat apropiarse de competencias que hasta ahora ejercían aquéllas, y ello en base a que el Estatut d´Autonomía de 1983 la faculta para coordinar las funciones propias de las Entidades Provinciales al tener competencia exclusiva en tales materias.

En más de una ocasión, también se ha pronunciado el empresariado valenciano en contra del sostenimiento de las Diputaciones por el excesivo coste que supone el mantenimiento de tantas administraciones. Asimismo Compromís, pese a contar con varios miembros en el hemiciclo provincial, ha presentado mociones en los Ayuntamientos instando al Gobierno Central su supresión a los fines de recortar la burocracia en la gestión pública y simplificar el entramado administrativo.

Nuestro parecer es que si se consultase a la ciudadanía se pronunciaría a favor de su desaparición, amén de por las duplicidades expuestas, por el comportamiento, mal ejemplo, de los diputados que han venido conformando la de Alicante durante los tres últimos mandatos, en los que la más que evidente connivencia entre el partido en los gobiernos, el PP, y el único opositor, el PSOE, han propiciado que todos ellos, nada menos que 31, hayan ejercido sus cargos contando con una pléyade de asesores, por aquello del «do ut des», y se hayan auto-atribuido, sin rubor alguno, el complemento de la dedicación exclusiva que les ha supuesto gozar de unos sueldazos totalmente infundados, ya que si para su determinación se hubiesen tenido en cuenta los dos parámetros procedentes, como son su dedicación, más bien escasa, y su responsabilidad, bastante similar, su cuantía hubiese quedado reducida exactamente a su mitad y€ tan solo reducida a quienes hubiesen ostentado competencias. Además, todos ellos, han disfrutado de numerosas sinecuras o canonjías que han provocado el rechazo unánime de los sufridos administrados€ como ser miembros de organismos autónomos percibiendo determinadas cantidades pese a celebrarse las correspondientes sesiones en la jornada laboral.

Que alcaldes de poblaciones de más de 20.000 habitantes y hasta de más de 100.000 cuenten o hayan contado con la dedicación exclusiva, como diputados, no deja de ser un dislate, un fraude electoral desde la perspectiva de la eticidad, ya que han sido elegidos para gestionar los intereses de sus vecinos, debiendo dedicarse únicamente a ello, sin distraerse en otras tareas y€ no deja de ser un sinsentido que se les conceda la exclusiva en la actividad provincial cuando ésta es accesoria de la principal, la local. Más ediles de pequeñas poblaciones es lo que demanda el ciudadano.

Un auténtico dislate fue concederles, durante el pasado mandato, a algunos diputados y asesores, la compatibilidad para ejercer sus profesiones, conservándoles el indecente sueldo de 60.000 euros mínimo establecido. ¿Para qué tanto asesor disponiendo la Entidad, desde siempre, de personal muy cualificado hasta el punto de convertirse en el sueño dorado de todo funcionario de la administración local obtener allí alguna plaza vacante?

Resulta imposible compaginar los dos cargos, máxime si uno de ellos es el de alcalde de poblaciones de cierta consideración, acogiéndose para ello sólo a la jornada laboral matutina al coincidir con la de los respectivos Ayuntamientos. Si a ello añadimos que durante la misma mañana se asiste a las reuniones de los organismos autónomos y demás€ llegamos a la conclusión de que pocos humanos pueden presumir de cobrar tanto trabajando tan poco. Mientras no se implante la jornada laboral por las tardes€ la compatibilidad legal, ejercer ambos cargos, entendemos que deviene en una incompatibilidad de facto que sólo quedaría soslayada ejerciendo las actividades provinciales por las tardes. Además, se evitaría que algún diputado y/o asesor solicitase la compatibilidad para ejercer su profesión.

¿Cómo ejerciendo los dos cargos todavía les queda tiempo a varios de ellos para darse unos paseos por Goteborg, tras los anteriores viajes a Bruselas y a Madrid?

Con la irrupción de nuevos partidos: Compromís, EU y Ciudadanos, poco se ha conseguido pese al afán de los dos primeros en poner fin a tanto desaguisado, proveniente del nefasto bipartidismo de los últimos mandatos, al aliarse el único representante de Ciudadanos al equipo de gobierno, prestándole el «plácet» a que el presidente y 17 más, él incluido, se hayan auto-concedido unos haberes superiores a los del president, cuyas dedicación y responsabilidad se hallan a años luz de la de aquellos. Lo que resulta inadmisible provocando la indignación más que justificada de la ciudadanía. ¡Quousque tandem abutere, clase política, patientia nostra!