A nadie escapa que mis dos equipos son el Real Madrid y el Elche y digo que a nadie escapa porque nunca lo he ocultado; es más, siempre he presumido de ello, incluso en los malos momentos, porque es muy fácil subirse al carro cuando el viento sopla a favor, ¿verdad?. Hasta el punto me identifico con estos dos equipos que a uno lo llevo en mi pensamiento y lo he seguido muchas veces, tanto en el Santiago Bernabéu como fuera, mientras que al otro lo tengo en el corazón y, sobre todo, en la muñeca derecha (una pulsera con sus colores, los de mi Elche del alma, lo certifica). Si, ya sé que muchos pensaréis que lo mío es una desgracia como otra cualquiera, pero no me negaréis que, aún siendo una desgracia, es, desde hace unas semanas, y con la ayuda del Cholo Simeone -¡viva el cholismo libertario!- y del Valencia, una desgracia placentera y si no ya me contaréis si ganar al Barça en el Camp Nou y recortar un montón de puntos a los «polacos» del «cuasi podemista» Piqué no es para estar contento. ¡Y encima los seguidores del «llorón» Lucho «El asturiano» están fuera de Europa!. ¡Si a esto le sumamos que los «elcheros» del Pipo Baraja optan a pelear por su regreso a la Liga de Estrellas, ya me contaréis si no es para ser moderadamente optimista!. Otrosí digo: ¡y encima nos toca el City, que es, teóricamente, el más asequible en «semis»!.

Dicho lo dicho, ese tipo de cosas -remontadas y ascensos- sólo se consiguen apelando a algo tan sencillo -¡casi religioso!- como el «espíritu de Juanito», con permiso de su hijo, que dice estar hasta más «arriba de los colindrones» por el hecho de que siempre se acuerdan de su difunto padre en situaciones más que complicadas; vamos, ¡que sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena!. ¿Qué viene a significar lo del citado espíritu?; pues que para sacar adelante «situaciones límite» hay que echarle un par y remar todos en la misma dirección. Así era Juan Gómez, al que conocí como jugador y con quien estuve, gracias al «negro Rocamora», poco antes de que sufriera el desgraciado accidente de tráfico que le costó la vida.

Una de las cosas por las que empecé a no tragar al canal autonómico de televisión, Canal Nou -¡ráscame un ou€ (en valenciano, claro), que diría mi amigo José Antonio Quiles!- es que nunca hablaba de la Vega Baja y cuando lo hacía era por algo negativo: apuñalamientos, tiroteos, violencia de género, corrupción, vertederos ilegales, mafias rusas, por encontrar un cadáver maniatado, envuelto en plástico y flotando en el mar, alijos de droga, pateras, etc€ Y siempre me preguntaba lo mismo: ¿es que en esta comarca no hay nada bueno de qué hablar?. ¿Por qué no se habla, por ejemplo, del turismo -que es fuente de riqueza en una zona tan emprendedora como la nuestra-; de la gastronomía -sólo en Almoradí hay un montón de restaurantes de nivel y jornadas gastronómicas más que interesantes-; de los parajes naturales -pinada de Guardamar, los parques naturales de La Mata y Torrevieja o Sierra Escalona-; de la agricultura -seguimos siendo la «despensa de Europa»-; de la escasa, pero no por ello menos importante, actividad empresarial; del patrimonio histórico de Orihuela. ¿Por qué no se exporta todo esto?. ¿Es que tenemos miedo a que nos conozcan?. ¿Tan rastreros somos que nos alegramos de lo malo y ninguneamos lo bueno que tenemos?. ¡Así nos luce el pelo!.

¡Hasta los castellano-manchegos hacen bueno -para ellos- lo que es malo -para nosotros-¡. Y han hecho bandera del «no al trasvase Tajo-Segura». ¡Nos están ganando esa batalla!. ¡Actuemos todos juntos -como en Fuenteovejuna- para reivindicar lo que es un derecho de los «vegabajeros»: el agua. Ya está bien de personalismos que no conducen a nada y que sólo dan una imagen de división. Recuerdo la primera vez que, siendo un estudiante de Periodismo, viajé a Brasil -motor económico de América Latina-, donde, pocos meses antes, se habían celebrado elecciones. Me llamó la atención que los partidos que concurrieron a los comicios aparcaran, durante la legislatura, sus diferencias para aunar criterios con los que «reflotar» un país que, pese a la importancia de sus recursos, no estaba «pa» tirar cohetes. Y, con el paso del tiempo, han conseguido ser referencia de desarrollo economico.

¡No he fumado ni tomado nada raro, por lo que tampoco tengo que cambiar de «camello», os lo prometo!. Lo que digo viene a colación de que en Orihuela debe haber algo bueno, pero tenemos que subirnos todos al mismo barco y remar en la misma dirección. ¡Ya quisieran muchos tener la riqueza que se tiene en Orihuela!. Políticos, asociaciones vecinales, sociales, culturales, económico-empresariales y medios de comunicación: todos -sin escaqueos- deberíamos remar en la misma dirección y tiempo habrá para llamarnos «perro judío», porque no sé si os habéis «dao» cuenta de que ¡o defendemos lo nuestro o nadie lo va a defender por nosotros!. Está muy bien la nueva política y los partidos emergentes, pero hay algo que debe primar por encima de todo: Orihuela. ¡Apelemos al «espíritu de Juanito» y no tengamos -como diría Valdano- «miedo escénico», porque este pueblo, creo, merece la pena!.