Y bueno. 14 de abril. II República española. Pues vale. A ver si uno se explica para que lo entiendan. El que escribe esta tribuna es republicano de convicción. Por un principio básico. Nadie, pero nadie, es más que otro por razón de apellido o linaje. Por méritos contraídos, sí. Pero por ser de las dos Sicilias, entre otras cosas, va a ser que no. Vale que es lo que hay, acepto pulpo como animal de compañía, que la Monarquía aporta en estos momentos estabilidad a la nación... A la nación. Insisto en esto para que les quede muy claro a cierta banda de iluminados que, enarbolando la bandera republicana, se piensan que todo el monte es orégano. No acepto que unos descerebrados se adueñen de los sentimientos de muchos, de mis sentimientos. No tolero que bolivarianos oportunistas y salvapatrias me roben aquello en lo que creo. Así que, leña al mono que es de goma.

Guste o no guste, España es una Monarquía. Y sus instituciones (con mayúsculas) deben, porque así es por ley, mostrar orgullosas la bandera nacional. La que recoge el artículo 4 de la Constitución Española (bendita tú entre todas). La bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas. Los estatutos podrán reconocer banderas y enseñas propias de las comunidades autónomas. Estas se utilizarán junto a la bandera de España en sus edificios públicos y en sus actos oficiales.

Literal. Así lo dice y así hay que obedecer. Y punto. Y esto lo digo yo, republicano hasta la médula. Repito, republicano, ¿vale? Lo demás, colgar la tricolor en los Ayuntamientos (con mayúsculas) o en las Administraciones Públicas (con mayúsculas) es propio de palmeros asilvestrados de repúblicas bananeras. ¿Qué favor nos hacen a los que pensamos que políticamente este Estado debería ser una república? ¿De dónde han salido éstos? ¿A quiénes hemos puesto con voz y mando para gobernarnos? No hay nada peor que aquéllos que se asientan en el poder y que demuestran poseer la capacidad de una ameba enferma. ¿Qué carajo se creen estos personajes de mercadillo que son?

Mirad lo que os digo. Cagoenrós. Entenderme si podéis. Soy republicano. Pero mi bandera es roja, amarilla y roja. Lo es y lo será siempre. No creo que sentirse español sea incompatible con unos colores. Roja, amarilla y roja. Y cada vez que veo mi bandera en una Institución (con mayúsculas) me alegro de formar parte de ese sagrado trapo. Igual que ninguna persona es más que yo por nacimiento, ninguna tiene el derecho de arrebatarme mi corazón pintándolo de sus colores. Vamos, que estoy ya muy harto de aguantar a la reata de inútiles aventajados que hemos colocado entre todos en los Sillones (también con mayúsculas). Incurro en el pecado de soberbia, pero para darme clases hay que saber y valer más que yo.

Resumiendo, que se me calienta el bocado y me disparo. ¡Vosotros!... ¡Sí, vosotros!... Alcaldillos, edilillos, pintamonas y fauna ibérica pandémica. Si queréis colgar una bandera roja, amarilla y morada, hacerlo en vuestra puñetera casa. Pero en mi casa, en la casa de todos, en mi Ayuntamiento (con mayúsculas), como que no. Os lo dice y lo escribe, para que quede constancia, un republicano de los de verdad. No uno de matacagar. Ea.