Antonio Valero Agulló marca un antes y un despúes de la historia contemporánea de Elche. A un año de su ausencia de entre nosotros, cuando ya los hechos y las circunstancias se pueden valorar sin los conocimientos del presente, su figura pública crece y se robustece al abrigo de su singularidad. Nunca antes Elche había tenido un agricultor y político de las características de esta persona, que consiguió con su inesperada muerte conciliar a todos los agricultores, sindicatos y grupos políticos, en un clamor de estremecida admiración.

Antonio Valero Agulló, era una persona que suscitaba todo tipo de opiniones y reacciones, menos la indiferencia. Con su ánimo, energía, alma, espíritu, genio, valor y gallardía, atento a la ciudadanía del campo de Elche -agricultores y vecinos de la pedanías rurales-, sacó del ostracismo un proyecto de sentimiento ilicitano común.

Acercarse a la figura de Antonio Valero Agulló, es acercarse a una etapa próxima de la historia de Elche, y su término municipal, y que indudablemente será una referencia para próximas generaciones. Ha transcurrido un año desde su fallecimiento, y entendemos justo, examinar la trayectoria de este hombre público con todas sus consecuencias. Esto es lo que me piden sus compañeros y colaboradores, que a través de este libro, se recopile una mínima parte de las actuaciones de Antonio Valero y explicarlo en su contexto social, político y personal.

Para relatar la historia, hay que tener en cuenta que debemos de alejarnos de cualquier pensamiento, e interpretación de actuaciones que nos lleva a sopesar presuntos o posibles prejuicios. Los hechos, el trabajo, la vocación, dedicación y entrega que ha venido demostrando Antonio Valero, hablan por sí solos.

En breve vamos a relatar hechos, unos más conocidos que otros, y vamos a atar cabos sueltos sobre una personalidad incuestionable de nuestra sociedad actual. Es bueno y aconsejable que la labor realizada por Antonio Valero Agulló no se pierda en el olvido. Es oportuno y necesario para que cualquier ciudadano, entidades, organismos, asociaciones y en general aquellas personas que conforman nuestra sociedad, pueda recuperar y recordar el altruismo ilicitano de Antonio Valero. Todo ha quedado en los periódicos. En documentos oficiales en poder los organismos, en los archivos de la Comunidad de Labradores y Ganaderos, y en el Partido Popular. Todo ha quedado en las actuaciones comentadas, e incluso en las anécdotas personales, pasando de boca a boca, aquellas que nunca se escribirán.

La redacción de su historia monográfica nos aportaría, el armazón general para acercarnos a una figura extraordinaria, inmensa y formidable como era Antonio. Sin género de dudas, Antonio Valero ha sido el agricultor-político ilicitano más insólito, extraordinario y excepcional de los últimos cien años. Es la pieza clave y concurrente de su época. Es y fue tantas cosas a la vez, que, por supuesto, no cabría todo en un libro. Pero por esa misma razón, para abrir un camino en su comprensión más completa, general, íntegra y universal, estamos estudiando su trayectoria, teniendo como principal premisa: la búsqueda de la verdad histórica.

La primera pretensión de su historia es su imparcialidad. Hay anécdotas y detalles trasladados al papel que hemos venido verificando con datos fidedignos que obran en nuestro poder, al propio tiempo otros contados por su propia familia y amigos. E incluso por personas que en temas puntuales, han estado en su contra. Es sabido que quien sube y ocupa puestos de alta responsabilidad, como Antonio Valero ocupó, siempre deja detrás un importante número de seguidores, que son los que hicieron posible el ocupar referidas altas cotas de responsabilidad, como también algunas voces críticas. Pocos, muy pocos. Puedo y doy fe, de que dentro de la esfera política ilicitana, e incluso de la provincial, Antonio Valero Agulló es respetado por todo el mundo, y con todos los que he cambiado impresiones, coinciden en que ha sido único e irrepetible. Igualmente coinciden la mayoría de las personas, en un punto muy importante, su óptima, inmejorable e impecable valoración como persona, al margen de cualquier ideología o pensamiento político. La impresión generalizada es que Antonio Valero Agulló, ha sido una persona eminentemente humana, muy accesible, de cumplida bondad y abierta generosidad, además de único en su talante, ánimo, disposición, forma, estilo y semblante público.

No obstante lo anteriormente expuesto, no espere el lector de este artículo un elogio caprichoso, la vida de Antonio Valero Agulló, es la que es, y basta. Siempre fue transparente en sus comportamientos y en sus actitudes, y tuvo a gala actuar como creía interna y sinceramente que tenía que hacerlo. El resultado a la vista está: nunca un agricultor que compatibilizó con responsabilidades políticas en la defensa de los intereses de los ciudadanos de Elche y su comarca, tuvo una despedida tan multitudinaria como la que congregó aquel cuerpo de corazón exhausto que durmió su último sueño envuelto con el afecto, cariño, respeto y consideración de los ilicitanos.