El pasado 12 de abril un «machote» español de 49 años asesinó a su pareja, argentina, de 48 años en Benidorm asestándole cinco puñaladas. La víctima ya había denunciado, en alguna ocasión, una situación de violencia machista e, incluso, se llegó a un juicio en el que, curiosamente, el presunto asesino había sido absuelto. Una situación que, lamentablemente, se repite con demasiada frecuencia.

En lo que va de 2016 han muerto asesinadas 14 mujeres. De ellas sólo en seis casos había denuncia previa. Y de las mismas en dos casos habían tenido que ser presentadas por familiares o conocidos. Y, encima, en un caso la víctima había retirado la denuncia. En otros dos casos, las medidas de protección aprobadas habían finalizado. Con este caso, son tres las víctimas en el País Valenciano. Suponen el 21,4% del total.

Eliminar esta violencia, este tipo de terrorismo de género contra las mujeres, está siendo muy difícil. La desigualdad entre hombres y mujeres en nuestra sociedad está en la base de estos comportamientos. La igualdad que se reclama y que, a veces, se proclama está lejos de ser una realidad. Las encuestas y opiniones de muchos de nuestros conciudadanos nos reflejan una situación manifiestamente mejorable. Es importante conocer esta realidad y luchar por cambiarla. No se pueden seguir consintiendo mensajes o expresiones que denigren a una persona por razón de su sexo. No se puede ser neutral en estos temas, y cuando es un político o representante de una institución el que «juega» con estas cosas, menos todavía. Recientes expresiones humillantes de un nuevo académico de la RAE sobre Ada Colau o las que dijo el recientemente detenido alcalde de Granada sobre la desnudez de las mujeres mientras participaba, presuntamente, en apaños corruptos urbanísticos son intolerables. Mucho más que ciertos «tuits» de chistes de dudoso gusto que hasta ocasionan condenas judiciales.

En la macroencuesta de Violencia contra la Mujer 2015, que publicó la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género del Ministerio, aparecen datos que pueden estar detrás de estas negativas conductas: El 12,5% de las mujeres en España mayores de 16 años, reconocían haber sufrido violencia física o sexual en algún momento de su vida por parte de su pareja o expareja. Pero, de ellas, sólo el 28,6% habían denunciado en el Juzgado o la Policía. Aunque, sorprendentemente, el 20,9% de esas denuncias acabaron siendo retiradas.

Entre las causas para que no se presentaran las denuncias, las mujeres afectadas alegaron: el 44,6 dijo no conceder la suficiente importancia a la violencia de género padecida; el 26,56 no lo hizo por miedo y el 21,08 no lo hizo por vergüenza o para que nadie lo supiera. Un dato preocupante es que, en un 27,5% de los casos, la relación de pareja continuó como si nada. En otro 50,2% dicha relación terminó.

Está claro que puede haber muchas situaciones. Pero que la concienciación y educación de la sociedad es básica. Igualmente las mujeres afectadas tienen que tener la seguridad de que si dan el paso de la denuncia, la sociedad debe ofrecer medios y garantías de que el delito denunciado se investigará y sancionará y que las medidas de protección que se dicten serán rápidas, eficaces y disuasorias de verdad.

En 2015 murieron asesinadas 60 mujeres y en 2014 fueron 54. Y eso sin contar que ya son 99 los menores que han quedado sin madre desde 2014 por esta causa. Esto sí es otro tipo de terrorismo al que, como otros, debemos derrotar. Pero necesitamos que toda la sociedad se implique. Basta ya.