Marcos, de 3 años, estuvo un mes yendo y viniendo de las Urgencias a la consulta del pediatra desde que una mañana se levantó con los ojos hinchados. Lo que insistentemente era una alergia para los médicos terminó en el hospital, con 15 días de ingreso, por una infección en los riñones. Durante ese mes nadie pidió una simple analítica de sangre. Una neumonía también llevó a Mónica al hospital. Quince días estuvo insistiendo a su médico de que la fiebre no bajaba de 39 y tenía mucha tos. Nada de pedir una radiografía, con 26 años sólo podía ser bronquitis. Son dos casos reales que llevan a preguntarme si no serán más que el efecto de esa manida frase de que la medicina no es una ciencia exacta. Más miedo me da pensar que pueda haber médicos que escatimen en pruebas sólo por ahorrar cuatro duros al sistema.