Acaba de empezar la campaña de Renta de 2015, y pocos días después ya hay cerca de 600.000 declaraciones presentadas. ¿Saben cuántas salen a ingresar? Bingo, ni una, todas resultan a devolver, ¿y eso? Empiezo por lo que más nos afecta en lo cercano, la Renta de este año, y terminaré con los paraísos fiscales tan de moda en estos días, donde monarquías, dictadores y su prole hasta la cuarta generación, gobernantes en activo aunque alguno ya dimitido, ejecutivos, futbolistas, directores de cine, actores, y una larga lista de presuntos corruptos en vías de investigación, se mueven cual pirañas a lo que pillen con tal de seguir manteniendo «públicas virtudes, defectos ocultos», añadiría, aunque a algunos se les llene la boca de su condición de progresistas y de izquierdas.

Este año, la AEAT prevé que se presenten 19,7 millones de declaraciones, de las cuales el 78% es a devolver y el resto a ingresar. El importe a devolver se calcula en casi 11.000 millones de euros, y lo que ha de ingresarse en 8.000 millones de euros, podría decirse que casi se compensan. Primera mentira, la cantidad a devolver ha sido distraída de los bolsillos de los ciudadanos, que, en el mejor de los casos, si no tienen multas de tráfico, embargos judiciales, IBI pendientes y otras deudas con la Administración, podrán cobrar al menos un año después de que una ley trasnochada y parcheada, día sí y día también, haya impedido que sus ingresos lleguen netos o casi, a sus bolsillos, y sin intereses a su favor, claro. Por el contrario, aquellos que más deben de contribuir al sostenimiento de las cargas comunes, los que tienen mayores ingresos, no pagan hasta un año después, al menos, y encima con un aplazamiento del 40% hasta octubre del año siguiente al de devengo, y con el óbolo adicional de no tener que pagar intereses.

Primera tarea imprescindible, rediseñar el sistema tributario para que todos cobren/paguen en tiempo real, en cada ejercicio, sin exageradas demoras. Si el que cobra consume, pues es su tendencia natural y de paso paga el IVA, y el que paga contribuye a las necesidades del Estado, también aumentan en tiempo real los ingresos públicos. No deja de sorprenderme la exultante alegría de los contribuyentes cuando se enteran de que les sale a devolver, como si de una extra se tratase, cuando el sentimiento que deberían albergar es de que alguien les ha hecho el timo del tocomocho, extrayendo de sus bolsillos un dinero con la justificación de pago de impuestos anticipado que tiempo después se evidencia no eran exigibles. El método de exigir de los contribuyentes ingresos a cuenta se torna perverso, cobrar de más para más tarde devolver, continuando sin alternativas el absurdo implantado en nuestro país desde 1979.

Las investigaciones sobre los atentados terroristas contra las torres gemelas de New York el 11S revelaron que su financiación discurría por vericuetos ocultos de paraísos fiscales, poniéndose en marcha acuerdos entre las economías más poderosas para poner coto a los territorios off-shore. Años después, a pesar de que el terrorismo campa por el planeta de forma más sanguinaria si cabe, la conducta de los reguladores se ha vuelto más laxa aunque algo se ha conseguido, territorios como Suiza, Luxemburgo, Liechtenstein o Andorra van gradualmente haciendo desaparecer el secreto bancario con fórmulas de colaboración con los países que demandan información sobre sus residentes ante la presunción de un uso ilícito de dichos enclaves como escondites de irregularidades perseguibles penalmente.

Baste decir que los cerca de cincuenta paraísos fiscales diseminados por todo el mundo albergan 17,5 billones de euros, lo que representa el 25% del PIB mundial, dicho de otro modo, unas pequeñas islas del Caribe pueden canalizar a través de sus cuentas importes similares al PIB español. Urge nuevamente una nueva posición más sólida del G20 para erradicar por completo estos inexpugnables santuarios, directamente responsables de la sangría tributaria de las economías del resto de países que se ven privados de los recursos que dormitan apaciblemente hasta encontrar tiempos mejores, y si no, recuerden las amnistías aprobadas en nuestro país desde el advenimiento de la democracia, cuatro: 1977, 1984, 1991 y 2012, detonando la conciencia fiscal de los contribuyentes que sí cumplen con sus obligaciones.

Una reciente filtración en sede de un paraíso fiscal por excelencia, no ha dejado títere con cabeza, aunque todos los hombres públicos que salen en los papeles de Panamá se han apresurado a publicitar que se encuentran al día con sus respectivos fiscos. Cómo les crece la nariz a estos Pinochos. Y mientras tanto, el Estado de Delaware, en Estados Unidos, Gibraltar y las islas Mann, en Europa, y una larga lista de países, continúan sin freno ni pudor acumulando riquezas de defraudadores fiscales, capos de la droga, traficantes de personas y armas, corruptos políticos, terroristas y un largo etcétera de delincuentes.

Marta Niubó (@Marta_catalonia) ha difundido por las redes una ayudita con recochineo para los que les sale a ingresar con un texto nada engañoso: «La Agencia Tributaria les recuerda que el pasado miércoles empezó la campaña de la Renta de 2015 para todos los desgraciados que no pueden ir a Panamá».