Entre algunos de los papeles que conservo de mi paso por la CAM, encontré el otro día un estudio del Santander sobre entidades financieras españolas del año 2005. La muestra se hacía sobre 23 bancos y cajas que eran analizadas con una metodología en la que se empleaban seis parámetros, a saber, rentabilidad, productividad por empleado y oficina, eficiencia, crecimiento de activos, apalancamiento potencial y cuota de mercado. El estudio, conducido por sesudos economistas, concluía con una clasificación final entre las entidades estudiadas, que para sorpresa de los lectores encabezaba la CAM, con más de dos puntos sobre la segunda institución. La caja alicantina era declarada como mejor entidad gestionada de España. Los papeles, con membrete de la CAM, contenían a posteriori alabanzas por doquier de la dirección, destacando las fortalezas potenciales de la entidad.

Tras los acontecimientos acaecidos en los años 2010 y 2011, de los que la justicia se presta a pedir explicaciones a la cúpula de la Caja de Ahorros del Mediterráneo, solamente cabe pensar sobre lo descrito en el párrafo anterior que, o bien en el lustro siguiente la gestión de los hoy encausados fue desastrosa hasta límites insospechados, perdiendo no solo su posición de privilegio, sino que además consiguieron hundir en lo más profundo a la entidad alicantina, o que ya se iniciaran, en aquellos años, en el sublime arte del engaño, tergiversando los datos como quedó demostrado a posteriori que hicieron con la cuenta de resultados de los años 2010 y 11. Normalmente estos estudios se elaboran con los datos que aportan las propias entidades financieras y el Banco de España, que los obtiene de los requerimientos como regulador del sistema a las mismas. Es muy posible pues, que nuestros altos dignatarios, estuvieran doctorándose en aquellos días en la pérfida disciplina de la artimaña, poniendo todo su saber y entender en maquillar cuentas y datos para beneficio propio y admiración de extraños.

Poco se sabe de otros papeles de la CAM, los de las cuentas, negocios u operaciones que la CAM, bajo el mandato de Roberto López, llevara a cabo en las Islas Caimán. Denunciado en su momento vía sindical, el tema no llegó a mayores dada la comprensión de mucha gente que hoy se lleva las manos a la cabeza con los famosos papeles de Panamá y las subsiguientes dudas de legalidad de las cuentas en paraísos fiscales. Los viajes del secretario de actas del consejo se hicieron famosos por aquella época. Actividades y operaciones opacas, nunca explicadas en consejo o asamblea alguna, llevadas a cabo en ese paraíso fiscal, a través de las empresas controladas por la CAM, Global Finance, International y Capital, que operaban en las Caimán sin la transparencia exigida por los propios reglamentos internos de la CAM, y una huera dirección de Responsabilidad Social Corporativa, maniatada por los mismos que hipócritamente promocionaron, incapaz de fiscalizar. Las idas y venidas de tanto negocio y dinero invertido en el sector inmobiliario allende los mares, al que se le pierde la pista en asociaciones de dudosa legalidad, como la mantenida con promotores como Ferri y Baldo, encausados por la justicia como necesarios colaboradores y beneficiarios en el saqueo a la CAM, es otro de los enigmas de los papeles de la CAM.

El falseamiento de las cuentas y el engaño masivo a la clientela con las preferentes, y a la sociedad en general con las cuotas participativas, acciones sin derechos políticos, del que son máximos responsables sin duda alguna Roberto López y María Dolores Amorós, junto a su comité de dirección, no se pudo llevar a cabo sin la colaboración activa o pasiva de algunos de sus directores territoriales, de área y más de un jefe de departamento. En una convención de directivos en el cierre del primer semestre de 2010, López presentó, entre aclamaciones al líder con ovación y vuelta al ruedo, unos resultados ante tan elegida concurrencia en los que la CAM, en una situación de deterioro de la economía española, estaba en condiciones de salir con éxito de ese entorno complejo y difícil, magnificando áreas como la liquidez, aduciendo que se había reducido el endeudamiento interanual en 5.406 millones de euros, en la morosidad mejorando la media del sector, 4,8 frente a 5,2, en rentabilidad mejorando el margen en consumo y en solvencia, con un coeficiente del 12%. Reuniones, charlas, convenciones, todas sin excepción sin que mano alguna se aventurara a levantar para cuestionar algo que en esos tiempos era ya evidente: la debacle de la CAM, en una huida hacia adelante insólita en los anales de las entidades financieras.

No contentos con la debacle provocada, cuando sintieron pronta la intervención del FROB como aliento helado en la nuca, en un alienado sprint de salida, se afanaron, en intransitivo, para adjudicar créditos blandos a los amiguetes y socios en negocios, 150 millones se dieron y refinanciaron a Ortiz o, como iniciados estajanovistas, con inusitada rapidez, se concedieron a sí mismos y a parte de la cúpula directiva, dietas y sobresueldos irregulares, convirtiendo esos últimos meses en un frenesí de operaciones y órdenes a los sumisos mandos intermedios, que los define a todos, repartidores y beneficiarios, como aves de rapiña e inicuos saqueadores de los últimos papeles de la CAM.