Ahora que estamos celebrando en Alicante, tan solo en Alicante y es una lástima, el ciento cincuenta aniversario del nacimiento de Rafael Altamira, una de las más importantes figures españolas y candidato en varias ocasiones a los Premios Nobel, un alicantino amigo y discípulo de Francisco Giner de los Ríos, fundador de la Institución Libre de Enseñanza y que también estudio en el instituto donde lo hiciera Rafael, es buen momento para recordar una de sus frases que ha pasado a la posteridad. La expresión de Altamira figura en la historia y no precisamente porque fuera él quien la dejara para la posteridad, aunque sí fuera el primero en pronunciarla, siquiera en un escrito poco conocido para los que no son fans de este pedagogo, historiador, literato, jurista, un viajero impenitente tanto como coleccionista de literatura viajera, y muchas cosas más.

En su interesante Libro de máximas y reflexiones, publicado en 1919, y reeditado recientemente por la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes de la Universidad de Alicante, Altamira aborda, entre otros, el tema del patriotismo, un asunto que vuelve a estar de máxima actualidad en nuestro país con motivo de la decisión del soberanismo catalán de apartarse de España y de las acusaciones del Partido Popular a la posibilidad de formar una alternativa a sus desmanes. Una acusación hacia aquellos que desean pasar página a los últimos y muchos años de gobierno de la derecha tratando de buscar fórmulas, tan imaginativas como imposibles, ¡ay!, en un país viejo y trasnochado, que nos permitan salir de la noche lúgubre de unos tiempos en que nada es lo que era: ni la Sanidad, ni la Enseñanza, ni los Servicios Sociales, ni el derecho a manifestarse libremente, ni la contratación laboral, ni?

Rafael Altamira, digo, escribió: «Cuando decimos "Soy patriota", debemos pensar en la pregunta que al punto puede sernos dirigida: ¿Qué has hecho tú porque tu patria sea mejor cada día, más rica, más culta, más trabajadora, más libre, más respetuosa con las leyes, más anhelosa de progresos, más llena de sentido humano, más unida en el conjunto de sus elementos componentes, más atenta a sus destinos y a sus responsabilidades en la historia presente y futura?»

Sin duda esta sabia reflexión del pensador alicantino Rafael Altamira debió de caer cincuenta años después en las manos de uno de los asesores de John F. Kennedy, Ted Sorensen, autor de muchos de los discursos presidenciales y del que las malas lenguas aseguran que fue el negro que escribió la biografía del entonces senador ganadora del premio Pulitzer en 1957. Una frase de Sorensen se convirtió en uno de los eslóganes más famosos de una época inolvidable en la historia norteamericana, al menos en la defensa de los Derechos Humanos. En aquel frío día de enero de 1961, cuando Kennedy tomó posesión como trigésimo quinto presidente de los EE UU, finalizaba su discurso con una frase inolvidable: «No os preguntéis que puede hacer vuestro país por vosotros, preguntaos qué podéis hacer vosotros por vuestro país».

Frase a la que Luis Enrique, entrenador de mi equipo favorito, ha vuelto a sacar a la luz en los medios deportivos cuando, tras la enésima derrota en Donosti de su/nuestro Barça, la ha remozado con «No te preguntes que puede hacer tu equipo por ti, piensa en lo que puedes hacer tú por él», tratando de animar a sus jugadores y seguidores ante unos próximos partidos de dificultad suprema.

Bien. Dejando aparte el deporte rey en nuestro país, que no es poco, Rafael Altamira fue un político, también, la mar de sabio, hijo predilecto de esta ciudad y que mantuvo su nombre en una de las principales calles de Alicante durante el franquismo a pesar de su condición de exiliado voluntario frente a la dictadura. Que tampoco era poco. Un personaje del que, ¡ojalá!, pudiéramos escuchar sus sabios consejos en esta España de nuestros pecados en la que, como señalaba Bertolt Brecht, «Lo Viejo no ha terminado de desaparecer y lo Nuevo no acaba de germinar». Pues eso. Porque como señalaba Antonio Gramsci parafraseando a Brecht, «Y mientras, ¿qué?. Pues surgen los monstruos». Los de siempre.

El más que sabio Altamira también lo señaló en este bello libro que citamos: «A medida que nos vamos haciendo viejos, vamos también haciéndonos escépticos en punto a los sistemas, sobre todo en punto a las novedades de los sistemas».