Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Moverse para salir en la foto

Suele decirse aquello de quien se mueve no sale en la foto. En el tema taurino, quizá haya que darle la vuelta a esa frase tan manida. La industria del toreo, por ejemplo, desde que se formara la Fundación del Toro, a pesar de muchos de dentro y fuera de la fiesta, está comenzando a dejarse ver. Sonroja comprobar que haya hecho falta tanto tiempo y verse de heces hasta el cuello para que quienes viven de la fiesta se sentaran alrededor de la misma mesa para, en lugar de repartirse el jugoso pastel de las ganancias a corto plazo que genera como negocio, sentar de una vez las bases de una defensa común (la susodicha fundación) frente a quienes llevan atacando de manera sostenida, sin prisa pero sin pausa, el mundo del toro con el objetivo claro de conseguir su desaparición. No por principios morales, no se engañe nadie, sino por pura conveniencia económica.

El «lobby animalista» sabía que su veneno debía inocularse poco a poco, primero aprovechando la desidia política y la inmoralidad de algunos (como en Catalunya) y luego apelando a la sensiblería de la ciudadanía de a pie. Las mascotas generan mucho dinero, ya se sabe, y si las humanizamos por la senda marcada por Disney, el camino es mucho más fácil. Únanlo todo, añadan la caja de resonancia de las redes sociales y verán como la batalla por el toro de lidia era el escaparate que necesitaban. Partidos políticos cuyo único objetivo es la abolición, descerebrados contratados a golpe de euro para saltar al ruedo y mostrar proclamas baratas, jóvenes de ambos sexos dispuestos a exponerse desnudos en algunos numeritos cuando llegan las fechas señaladas, y medios de comunicación prestos a morder toda esa carnaza, cuando no participar directamente del ataque masivo.

Pues la Fundación del Toro se ha movido y ha publicado un informe firmado por Juan Medina García-Hierro, profesor de Teoría Económica de la Universidad de Extremadura, donde se ofrecen datos concretos en los que se echan por tierra esos bulos que no por repetidos dejan de ser mentira, como que la fiesta recibe subvenciones desorbitadas para sobrevivir, o que la asistencia de espectadores es irrisoria. Lejos de recibir dinero, en el saldo final el toreo aporta más cantidad de la que recibe de las administraciones, al tiempo que triplica el número de espectadores del cine, por ejemplo. En resumen, es el segundo espectáculo de masas, y el menos subvencionado. Algo no cuadra, y no cuadra ni con unas siglas políticas ni con otras.

Y también se van moviendo, cuando llegan las primeras ferias, quienes quieren participar en la sanjuanera de Hogueras. El último en dejarse ver ha sido Borja Álvarez, que ha cerrado apoderamiento con el también alicantino Hugo Iváñez. La meta está clara: tomar la alternativa en la feria de su ciudad. La idea no es descabellada, sino más bien justicia a lo realizado por Borja durante su etapa novilleril. Cuatro puertas grandes, sobresaliendo la actuación el 21 de junio de 2013, cuando participó directamente en el indulto de «Sacacuartos», utrero de Fuente Ymbro. Aunque su carrera en el escalafón se ha ido debilitando, sobre todo por no dejar huella en plazas importantes como Madrid o Sevilla, de este alumno de la Escuela Taurina de Alicante se espera todavía que pueda reverdecer dando el salto del doctorado. La tarea es ardua, casi un milagro, y no debe dejarse conformar con medias tintas. Es muy duro, pero para toreros como él no hay más oportunidades. La fiesta siempre ha sido así, aquí y en la Cochinchina. Y el triunfo continuo es, para casi todos, el único camino posible para lograr lo que un día, siendo muy niños, soñaron alcanzar: la gloria de ser toreros.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats