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Enganchados a Oltra

Con el foco mediático apuntando a Madrid a la espera de lo que ocurra con las negociaciones en el Congreso, la agenda política de la Comunidad tiene un ojo puesto en la evolución -va para largo- de la crisis del PP y otro en el futuro de Compromís. A pesar de que de momento la batalla popular ocupa más espacio por la factura de la corrupción, el camino que acabe tomando la coalición liderada por Mónica Oltra es clave para la estabilidad de la escena política autonómica durante los próximos tres años en los que, con toda seguridad, se disputará con el PSPV el liderazgo de la izquierda. No es, por tanto, una cuestión menor. Compromís comparte gobierno con los socialistas en la Generalitat y en cerca de un centenar de municipios, entre ellos, las cuatro ciudades más pobladas de la Comunidad: Valencia, Alicante, Elche y Castellón. Y el primer episodio de todo ese proceso, a expensas de la posible convocatoria de nuevas elecciones generales, será el congreso del Bloc. La fuerza mayoritaria de Compromís elegirá a finales de mayo al sucesor del presidente de las Cortes, Enric Morera, -el líder que ha llevado al valencianismo político a sus cotas más altas- en una batalla que ya se está librando. Una lucha con dos candidatos en liza. Àgueda Micó, hasta ahora responsable de Organización; contra el alcoyano Rafa Carbonell, actual jefe de gabinete del conseller Rafael Climent. Una pugna que amenaza a la formación con un cisma que, a su vez y por extensión, afecta al conjunto de la coalición.

Durante años, los congresos del Bloc se convirtieron en una mezcla de piruetas políticas, cambios ideológicos, lamentos por los fracases electorales y apelaciones a la pseudoapertura para salir de la semiclandestinidad. Ahora, sin embargo, la mayoría de los cuadros nacionalistas son altos cargos en el Consell, en las diputaciones, en los principales municipios o, incluso, ocupan un escaño en Madrid o en Bruselas. No hay marginalidad institucional. Todo lo contrario. Es un congreso en el que el principal partido de Compromís debate si renueva su apuesta por consolidar la coalición que lleva impulsando desde hace diez años como una fuerza de gobierno. O si, por el contrario, todos esos movimientos desembocan en un retorno al pasado con el riesgo de perder la oportunidad de gobernar la Comunidad y retornar a los bancos de la oposición; o, lo que es peor, por volver a la irrelevancia. Esa es la cuestión. Y no es, desde luego, un tema sin importancia en tanto que afecta a las principales instituciones de la Comunidad.

Analizar el despegue y crecimiento de Compromís supone, en gran medida, entender la esencia de sus problemas y las dudas de los socios de la coalición. Su gran éxito es sumar el despliegue territorial del Bloc -la organización de largo con más afiliados- en localidades medias y pequeñas con el imponente liderazgo mediático de Mónica Oltra al frente de Iniciativa, un partido con mucha menos base que el Bloc pero, sin embargo, con más capacidad de conectar con los votantes en los grandes caladeros urbanos, durante décadas un desierto para los valencianistas. Todo eso unido a los independientes que se han acercado al proyecto -ahora mismo el segundo bloque con más afiliación y muy molesto por los vetos a su papel dentro de la vida interna de la formación- han convertido a Compromís en un gigante electoral que, sin embargo, tiene todavía los pies de barro como organización, algo que ha quedado evidenciado con los problemas que se han originado a la hora de pactar los sistemas para elegir a los candidatos en primarias, en los mecanismos de participación de la militancia o en el reciente acuerdo electoral con Podemos para las generales.

La decisión del Bloc en su congreso de mayo -se aplazaría al mes de julio si hay elecciones- es fundamental para el camino que tendrá que tomar Compromís a la hora de consolidar su estructura. De hecho, en los órganos de gobierno de la coalición, a pesar de que se necesitan de votaciones cualificadas, la mayoría de miembros corresponde a cargos del Bloc como lo son también en el grupo parlamentario de las Cortes o en la Diputación de Alicante. La candidatura de Àgueda Micó -una dirigente que mantiene una muy buena sintonía con Oltra- la apoyan el propio Morera como presidente de la ejecutiva, el conseller Vicent Marzà, el síndic parlamentario Fran Ferri, la mayoría de altos cargos del Consell, el núcleo de dirigentes al mando de la Diputación de Valencia o el portavoz en la corporación provincial alicantina, Gerard Fullana. Al alcoyano Carbonell, que anunciará su alternativa el próximo jueves, le respaldan el conseller Climent, una buena porción de los alcaldes de la provincia de Valencia, el eurodiputado Jordi Sebastià y antiguos colaboradores de Pere Mayor, el histórico líder de la Unitat del Poble Valencià y después del Bloc.

El fracaso de las negociaciones en Madrid para formar gobierno podría poner a Compromís, en medio de ese difícil proceso congresual del Bloc que se retrasaría dos meses, en el epicentro de otro complicado enredo interno. Por eso Oltra y los diputados de Compromís en Madrid están poniendo toda la carne en el asador para evitar la repetición de elecciones. Una nueva llamada a las urnas -decisión que, como máximo, se despejará en 24 días- supondría reabrir el debate de la coalición con Podemos. Oltra ya se ha mostrado a favor de repetir y eso molesta a los sectores críticos del Bloc. El obstáculo se podría salvar -los movimientos van en esa dirección- con una operación para sumar también a esa coalición a Esquerra Unida, que ya no está en las Cortes y que perdió el único diputado que tenía en el Congreso por la Comunidad. Hace unos días, Joan Baldoví, líder de Compromís en Madrid y militante histórico del Bloc, propuso esa solución como alternativa. La figura de Baldoví es muy respetada dentro de la coalición y de su partido. Nadie suele cuestionar sus propuestas que, casi siempre, intentan buscar el consenso y evitar la ruptura. Esa propuesta «suavizaría» el rechazo, aplazaría el debate y facilitaría pasar ese trámite de las elecciones generales sin abrir más grietas en Compromís.

La herida del Bloc, sin embargo, seguiría abierta hasta la resolución de su congreso. No hay dudas sobre el instrumento político que supone Compromís como máquina electoral. Ninguna de las dos candidaturas la tiene. Pero la clave está en cómo articular la relación entre los socios de la coalición para evitar que cada decisión se convierta en una batalla campal. Y, sobre todo, en la influencia sobre las decisiones que supone el liderazgo de Oltra. Y ahí sí hay diferencias. Los nuevos tiempos de la política conducen a un congreso del Bloc de corte asambleario con la participación de todos los militantes que se inscriban y que acudan presencialmente a la convocatoria, uno de los puntos que ha alimentado las disputas entre ambos sectores al entender que el rechazo al voto telemático supone un intento de controlar el cónclave. La incertidumbre del resultado y la evidencia de que, en estos momentos, el Bloc no tiene ningún líder autonómico ni tampoco en la ciudad de Valencia que se acerque ni siquiera a gran distancia a la figura de Oltra, ha puesto a los nacionalistas frente al abismo. Y ahora mismo, instalados en el poder, muy pocos quieren deshacer el camino y volver a la senda que conduce a la marginalidad.

De ahí que en los últimos días se haya extendido el mensaje de que es necesario explorar las posibilidades de intentar llegar a un acuerdo para que haya una única lista de consenso. Una alternativa abanderada, entre otros, el portavoz municipal del Ayuntamiento de Alicante, Natxo Bellido. En la mitad sur de la provincia, el flanco débil del Bloc, el acuerdo político de Compromís, junto al liderazgo de Oltra, les ha facilitado un avance sin precedentes. Por todo ello, a pesar de los recelos y de los movimientos de la vicepresidenta del Consell para fagocitar el espacio de Podemos -algo que genera malestar entre los dirigentes nacionalistas- de cara a unas elecciones autonómicas de 2019 que la puedan convertir en presidenta de la Generalitat, los dirigentes del Bloc están condenados a entenderse. Así lo entiende una parte de sus dirigentes: «No nos podemos permitir salir del congreso no ya con una votación más o menos ajustada para elegir a la ejecutiva algo que, a la postre, es ejercer la democracia; sino con la evidencia de que somos dos proyectos completamente diferentes». Aún con dudas, señalan, no les queda otra que buscar el consenso. ¿Por qué? La cuenta es sencilla. Compromís continúa siendo, con sus problemas y sus carencias, el único instrumento que les ha proporcionado éxito electoral. Y nada sería igual, al menos durante los próximos años, sin la imagen del liderazgo de Mónica Oltra. O eso o una ruptura que devolvería al valencianismo político a la irrelevancia.

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