«Cuando el PP habla de casos de corrupción nunca habla de corrupción sistémica, sino que habla de casos aislados. A mí me gustaría repasarle alguno de estos casos aislados, por ejemplo: Bárcenas, Gürtel, Acuamed, Imelsa, Púnica, Cooperación, Fabra, Brugal, Palma Arena, Emarsa, Taula? ¿A partir de cuántos casos aislados la corrupción deja de ser un caso aislado?» La pregunta de Jordi Évole a Mariano Rajoy, Presidente del Gobierno en funciones, en el programa «Salvados» del pasado domingo lleva toda la semana rondándome en la cabeza. Y también, y sobre todo, la respuesta de Rajoy, negando que la corrupción sea sistémica. Argüía Rajoy que si bien era enorme la lista de «personas» (todas al mismo saco, políticos, empresarios y personas en general) que «han cometido actos de corrupción», el número de «personas que no han hecho casos de corrupción son la inmensa mayoría». Y reprochaba a Évole que eso no fuera noticia. Ya, claro. Personas, individuos aislados, delincuentes, indecentes, que aparecen, según la versión rajoyana, desligados de la posición que ocupan en una estructura de poder como es, en este caso, un partido político que gobernaba con mayoría absoluta (es decir, sin tener que acordar sus decisiones ni rendir, realmente, cuentas de las mismas) en muchas Comunidades Autónomas, Diputaciones provinciales y municipios. De ahí que niegue la asunción de cualquier responsabilidad política.

Ya sé que no es nada nuevo y que, con la que está cayendo y a estas alturas, sus palabras debían haber sido como un zumbido de moscas para mis oídos. Pero no. Ahí se quedaron, resonando una y otra vez ¿Por qué? Pues porque todo esto se parece mucho a lo que quienes nos consideramos feministas nos enfrentamos cotidianamente. Ya puedes denunciar la brecha salarial, la feminización de la pobreza, el techo de cristal que impide a las mujeres alcanzar los máximos puestos de responsabilidad, la infrarrepresentación de mujeres en los ámbitos asociados socialmente con el éxito y/o relevancia o la violencia específica contra las mujeres, especialmente los asesinatos machistas. Son todas manifestaciones de una estructura de poder denominada «patriarcado» en la que los hombres, genéricamente, ocupan la posición privilegiada. Una estructura de poder cuya existencia niega todavía mucha gente, considerando que se trata de casos aislados. Era un loco, estaba borracho o drogado o? El caso es negar la existencia de esa estructura de poder si no directamente a través de afirmaciones como «no todos los hombres somos así» y «no se puede generalizar» ¿No suena igualito que los argumentos de Rajoy? ¿Y eso no supone acaso no responsabilizarse de la parte que le toca a cada uno según su posición en esa estructura? Ya, ya sé que es incómodo pero lo contrario es inmoral. A menos que se piense que el mundo así está bien repartido.