Tal y como se llama el rancho de los Campanario o los «Jesulines» como los llama mi buen amigo Daniel I. Carande, el culebrón español de los últimos meses podría bien llamarse así. En todo el país, en todas sus provincias, pero máxime en la «movida nacional», la «tragicomedia española» bien podría equipararse a una serie de la tele de los ochenta, tipo Falcon Crest, incluida Angela Channig o Chase Gioberti? El patio está que arde y la cultura ni te cuento. Almodóvar suspendiendo (comunicado que tuve el honor de ver personalmente con mis ojitos de su productora...) una rueda de prensa internacional de Julia, su nueva peli, por los «papeles de Panamá»; un montón de personajes VIP de la patria a punto de darles un soponcio (se hacen apuestas sobre la vida y obra de Mar Flores? y ni te cuento a qué precio se buscaba esta semana cualquier noticia de su ex ex ex? o de ella misma en todas sus vertientes) por el país pequeñito del Canal de Suez? y ni te cuento las derivaciones políticas de Venezuela, la sacudida del árbol que le ha arrimado Podemos al pobre y desesperadito Pedro Sanchez (me encanta Susana Díaz, con esa mezcla de niña buena y uñas afiladas de «ambición rubia» de Hichcock), las gafitas de Mónica Oltra dejando ver ojos de tía lista como pocas por encima de la pasta negra o el amigo Rajoy tratando de sobrevivir en las aguas más procelosas que su gallega nariz recuerda jamás? mira que tiene pinta de ponerse el mundo por montera, pero esta montera me da que no es tan simple? Y mientras hasta su querida mano derecha técnicamente nueva, Pablo Casado, convocando comidas de «garbanzos» varios con toda la prensa española (me da que no para lo que todos creen?.jejeje). Y así, una tras otra la cosa estriba en un simple y poco estiloso «quítate tú que me pongo yo». Ambiciones se queda corto, digo de nuevo, con la pasta de la que estamos hechos últimamente, que de prolongarse nos va a dejar más «tiesos» económica, cultural y socialmente que los últimos cinco años del Generalísimo? porque esto, señores, no tiene nombre. Un país que va aparte, ya absolutamente aparte, mientras parece, por desgracia, que estamos pagando a unos señores de todos los colores para que se tiren trastos a la cabeza. Y mientras papelitos panameños y papelazos de estadísticas que dicen, literalmente, que nuestros jóvenes sólo quieren ser funcionarios o empleados de multinacional? todo antes que emprendedores, empresarios, profesionales liberales o creativos, y ya no te digo artistas? Menudo panorama. Así que este domingo espero que se levante un solazo de escándalo para irme a mi ínsula barataria a tomar el sol, y mientras mi hijo y mi perro me miran con ojillos de mi mami está «cual regadera», a seguir dándole vueltas a la cabeza y cábalas junto a la mayoría de alicantinos y españoles en general? para buscar la fórmula de que un banco te ayude a seguir trabajando (eso ya va pareciendo la Odisea de Ulises o incluso La Ilíada...), sobrevivas a todo el sistema entero tratando de cobrar hasta de la última pestaña y sobre todo, consigas que en medio de todo esto, te salga la sonrisa más bonita de la cara. Porque si, pese a esto, mi país es tan grande que brilla solo, mi provincia es tan increíble que vuela con pasión y mi gente es tan preciosa, que nos hace felices a todos cada mañana que sale el sol del Mediterráneo, incluso?y gratis, bueno por ahora... Feliz domingo.