Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, seguro de sí mismo, sin hacer la más mínima autocrítica, ahora reconoce lo que negó en octubre: Bruselas tenía razón en cuanto al déficit, el Comisario Moscovici lo había anunciado y todo el Gobierno que no estaba en funciones se dedicó a insultarlo. Montoro de manera solemne explicó que el problema son los tratamientos de la hepatitis (la vida de mucha gente estaba en peligro) y además acusó de despilfarro a las comunidades autónomas, hasta alguna gobernada por el PP ha protestado. Asimismo, el fondo de las pensiones ha disminuido peligrosamente. Se suele decir que la derecha es poco sensible a las necesidades de la gente con pocos recursos, indiferente a los derechos sociales, pero que es un buen gestor: la experiencia indica que tampoco. Amante del orden, del suyo claro, de allí la llamada ley mordaza, de allí que cuando el matrimonio entre personas del mismo sexo, el Partido Popular, horrorizado, recurrió esta ley ante el Constitucional; eso sí, las leyes y avances progresistas la derecha se apresura a usarlas. Pero como gestores incompetentes, en A administran mal.

La mayor desviación ha sido en la Seguridad Social. En 2011 los ingresos y gastos estaban equilibrados: 70.000 millones de euros, herencia de Zapatero. La Seguridad Social en 2015 tuvo 10.000 millones de ingresos menos debido a la precariedad laboral, los «contratos basuras» y a la emergente nueva clase, los trabajadores pobres. Afortunadamente, el Banco Central Europeo compró 70.000 millones de euros de deuda pública española.

Es urgente contar con un nuevo Gobierno. El actual en funciones es ineficaz y vive sumergido en las más diversas corrupciones. Un nuevo Gobierno recibirá una herencia terrible, en lo económico, en lo social, en lo territorial. Los partidos que están por el cambio son mayoría en el Congreso de los Diputados (no en el Senado desgraciadamente). Con entusiasmo o no tendrán que pactar, en una serie de cuestiones hay coincidencia. Dejar el país en manos de Rajoy es... peligroso. En estos últimos cuatro años gran parte de la población se empobreció y le recortaron derechos que parecían intocables.

Al menos un Gobierno que con celeridad resuelva los problemas más acuciantes, por ejemplo, que el derecho a comer esté asegurado.