Cantaba Bob Dylan en los sesenta: «Venid escritores y críticos, que profetizáis con vuestra pluma, y mantened vuestros ojos abiertos, la oportunidad no volverá a repetirse y no habléis demasiado pronto, pues la rueda aún está girando, y no está diciendo a quién va a designar, pero el perdedor, luego va a ganar». Riman mucho estas estrofas con el cambio acaecido con la histórica visita de Obama a Cuba, después de más de cincuenta años de que un presidente norteamericano no pisara la isla. Mucho ha corrido desde los tiempos de la Guerra Fría, y aunque el deshielo entre los dos países viniera de la mano de Kennedy y Kruschev después de la crisis de los misiles del 61, el episodio no tiene parangón. Hasta los Rolling Stone han visitado la isla llevando el rock a los cubanos.

Efectivamente, la histórica visita de Obama ha despertado gran interés en los medios de comunicación y cancillerías de todo el mundo, España ahí incluida. Y la verdad es que la buena acogida a Obama en La Habana y sus reuniones con Raúl Castro justifican dicho interés tal y como se apreció en las declaraciones de ambos ante los medios donde surgieron dos cuestiones fundamentales: el bloqueo económico de USA a Cuba y la ausencia de democracia en la isla.

Sobre ambos problemas aún encontramos muchos obstáculos en el camino. Sobre el histórico bloqueo económico, Obama se ha manifestado claramente a favor de poner fin a esa situación, al tiempo que recuerda que es el Congreso de los EE UU quien tiene la potestad de levantarlo y que al día de hoy el Congreso, de mayoría republicana, está en contra.

Sobre los Derechos Humanos en Cuba y las libertades de expresión, manifestación y religión y el derecho de voto de los cubanos, Obama reconoce que son carencias del régimen comunista cubano, pero dice que los EE UU no deben intervenir en la soberanía nacional de Cuba, sino que son los cubanos los que deben solucionar esos problemas. Al tiempo recordó que los Estados Unidos tienen relaciones -sin bloqueo americano- con países comunistas como China y Vietnam.

Por su parte, Raúl Castro insistió en que Obama debe hacer más para acabar con el bloqueo, pidió la salida de los Estados Unidos de Guantánamo (donde también hay que decir que los Derechos Humanos brillan por su ausencia) y en un exceso de cinismo le pidió a un periodista «la lista de los presos políticos que hay en Cuba para soltarlos antes del anochecer». Una salida de tono, que luego quiso compensar diciendo que en su país se respetan derechos humanos importantes como los de la Sanidad y la Educación gratuitas que no aplican en su plenitud otros países como los Estados Unidos.

Las distancias políticas e ideológicas entre Cuba y Estados Unidos son todavía muy grandes, pero la apertura diplomática y de las relaciones entre los dos países no hizo nada más que comenzar y sin duda están marcadas por la audacia de Obama en el final de su presidencia. Como cantaba Dylan «los tiempos están cambiando». Sólo hay problema a la vista: que Donald Trump gane las elecciones presidenciales de noviembre y que la puerta abierta se vuelva a cerrar.