El alcalde de Alicante y concejal de Comercio se quedó más solo que la una el pasado jueves, en el pleno en el que se sometió a votación la libertad total de horarios que el mismo pretendía para el comercio de la ciudad. Tenía en contra a casi todo el mundo, salvo a los grandes centros comerciales y a Ciudadanos, quién sabe si queriendo hacerlo un guiño al PSOE de cara a posibles futuros pactos. Esto es, el alcalde tenía enfrente a los pequeños comerciantes, al Consell, a sus socios propios socios de gobierno y al PP, del que no creo que esperara otra respuesta distinta de la que obtuvo, dado su carácter de primera fuerza en número de concejales y estar pese a ello en la oposición. Aunque sorprende que, con la que está cayendo con la de Belmonte, ni uno de los concejales de Guanyar votara a favor de la propuesta, siquiera por vergüenza torera. Quién sabe por qué se aventuraría Echávarri en esa votación, tal vez queriendo solidarizarse con los sinsabores de la de su amigo Sánchez en la de investidura del Congreso de los diputados. Bromas aparte, no lo entiendo.

Es cierto que España y las Comunidades Autónomas llevan más de diez años sin hacer los deberes de transponer la conocida como Directiva Bolkenstein, en la que existe un mandato, aunque no absoluto, de que los comercios puedan fijar con libertad sus horarios comerciales. En la tarea de transposición, el legislador nacional deberá respetar las exigencias y límites derivados de la libertad fundamental de establecimiento contenida en el Tratado. Por tanto, vamos de camino a un régimen de mayor libertad que el actualmente existente, en que el comercio sigue estando sometido a intervención administrativa, a través de licencias comerciales. Lo que proponía el alcalde es el futuro al que iremos, aunque no sabemos cuándo, pero en absoluto es un futuro inmediato.

Lo que subyace en todo esto son las tensiones existentes entre el pequeño comercio urbano vs los grandes establecimientos. Pero el actual proteccionismo que en España sigue existiendo a favor del pequeño comercio va a tender a desaparecer. Los comerciantes han de empezar también a tomar conciencia de ello y ver de qué manera se diferencian y qué plus ofrecen a los clientes, si es que no pueden, como así parece, competir con los grandes comercios abriendo todos los días y a todas las horas.