Nerea Belmonte lo ha hecho mal, lo ha hecho muy mal, pero, ¿cómo de mal? Parece que existen distintos baremos dentro de Guanyar para medir los errores de sus políticos y no queda claro qué criterios rigen a la hora de pedir dimisiones en la otrora formación «mixta» entre EU y Podemos.

Se ha repetido hasta la saciedad la falta de ética y de estética en la actuación de Belmonte. Lo que «estética» vendría a significar en Román paladino, es que se ha cometido un fallo de marketing. Un producto que ha desatado las críticas y ha hecho perder «clientes» a la marca Guanyar. El verdadero error de Belmonte, consideraciones éticas aparte, es equiparable para Guanyar a lo que fue Windows Vista para Microsoft, o a un camarero poco amable para cualquier restaurante preocupado por su reputación en Internet: pura fachada, estética a fin de cuentas.

Miremos ahora la ética. En efecto, hay consenso sobre la poca calidad moral de las contrataciones de la concejal, pero son legales. Sería mucho más lógico y coherente que esta nueva «política» tan severa con las cosas de lo público, fuera igual de contundente con la ley de contrataciones públicas, que ha posibilitado estas y muchas otras contrataciones a «dedo» siempre que estén por debajo de la cifra mágica de los 18.000 euros, tal y como ha podido hacer la también militante de Guanyar y EU, Julia Angulo, al asignar contratos a asociaciones afines a sus asesores.

Cuando el sabio señala a la luna, el necio mira al dedo, la pregunta es si estamos ante necios incapaces de ver el fondo del problema o ante personas perfectamente capaces de verlo, pero cómplices de una ley que es buena o mala según la conveniencia de quien se beneficie o no de ella (pues como señaló este diario, todos en Guanyar conocían de las contratas con los «amiguetes» de Techdata mucho antes de destaparse el escándalo).

A Guanyar le crecen los enanos, y al tripartito por extensión. Nerea Belmonte ha pasado a engrosar las filas de la oposición, con Angulo aún en Guanyar en idénticas circunstancias y en la otra cara de la moneda está Marisol Moreno «la roja». En este caso sí se ha cometido un delito con total claridad y con su consecuente condena. Y no solo eso, en el caso de Moreno, parece que la reincidencia de la lenguaraz concejal, atestigua que no existe ni un ápice de arrepentimiento tras la condena por su nada «estético» actuar.

Paradójicamente, tanto en su primer ataque contra la Corona como en su segundo exabrupto contra el grupo popular municipal, su mejor y única defensa ha sido la misma que esgrimió y no perdonó a su vilipendiado Juan Carlos I tras la cacería en Botsuana: «Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir».

¿Vale más el «lo siento» de Moreno que el de Belmonte? ¿Acaso es ético y estético para Guanyar que alguien de su formación ataque a las instituciones del Estado sea condenada y reincida contra representantes públicos de la oposición? Porque en el caso de Moreno, nadie se ha acordado del código ético de EU. ¿Y qué sucede con el idéntico y recientemente destapado «dedazo» de Angulo? ¿Será Pavón tan severo con alguien de su misma formación como lo ha sido con la edil de Podemos?

Con la salida de Belmonte desaparece la única representante de la formación morada en el (ahora sí) tripartito y Guanyar deja de ser la marca blanca de Podemos para pasar a ser la de Izquierda Unida, que ha logrado en Alicante una victoria, en una guerra que parecen estar perdiendo en el resto de España. Pudieron con Podemos, pero como en toda batalla, siempre hay bajas: la credibilidad de una «nueva política» que fortalece y hace prosperar los vicios de la «vieja»; la coherencia de EU con su elástica ética y estética y, por supuesto y para variar, la unidad del fallido gobierno de la ciudad de Alicante.