El Gobierno está en funciones y nosotros seguimos con disfunciones. El terrorismo internacional funciona y la gente no funciona con normalidad o salta por los aires. Todo puede estar en orden, de acuerdo con el sainete de cada día, hasta que se desordena todo. Los políticos pregonan el parte de condolencias habitual e invitan a la unidad y a defender los valores de la UE y las coles de Bruselas. Los servicios de inteligencia (suponiendo que tengan tal titulación) también están en funciones y no rinden a pleno ritmo. Pese a bailar pegados los gerifaltes, la ausencia de una política de seguridad común es un caldo explosivo que los terroristas dan de beber con embudo a la clientela. Los sofisticados avances tecnológicos, con sede en los países europeos, no impiden que las bombas estallen en el nombre de la sinrazón vestida de razón. El horror cabalga en su montura y la realidad tiñe de rojo sus imágenes. Otra vez vuelve a reinar la psicosis, sin haberse ido completamente, y lo que el viento se llevó regresa de nuevo para azotar. Se avanza en la lucha contra la barbarie y, sin embargo, se generan más tazas del mismo chocolate. El fondo del asunto estriba en no vender armas para hacer negocio con el primero que pase. Poner obstáculos a la financiación y a la libre circulación de algunos sin causar perjuicio notable a la gente. Que todo tipo de prevención y vigilancia no esté solo en funciones, sino que funcione plenamente, dentro de las dificultades, y que los estados inteligentes no sean torpes y coordinen. Los efectos por la destrucción de Irak en 2003 perduran. Y no son los únicos factores. La auténtica búsqueda de la paz no se halla en los ríos de sangre que siempre desembocan en el mar de la destrucción. No es fácil salir de las arenas movedizas. Ni podemos danzar tangos con estas y otras disfunciones. ¿En las trastiendas existe el secreto patrocinio de los grandes poderes occidentales, estratégicos y económicos, cínicamente en pro de los valores pacíficos y democráticos? La historia, la experiencia en general y fuentes no muy mal informadas apuntan en esa dirección. ¿Simple película, u ocultismo bajo ciertas alfombras?
