Hemos estado hablando en muchas ocasiones del maltrato físico o psicológico en el hogar. Pero hay muchas formas de maltrato y también existe el maltrato laboral. Esta es una modalidad del maltrato de la que no se habla, pero que está ahí y muchas personas se aprovechan de las necesidades de trabajar de la gente para explotarles, para ponerles un horario inhumano y con unos sueldos bajos. Y esta ha sido una de las consecuencias más nefastas de la crisis, porque bajo la excusa de que «hay que apretar los dientes», de que «hay que hacer un esfuerzo» para salir de ella, algunos titulares de negocios sujetan a los empleados a un ritmo de trabajo y sueldos que no se acomodan nunca al trabajo que realizan. Es cierto que la crisis azotó las cabezas de muchas personas, y que luego la decisión de abrir un negocio es un riesgo, pero también lo es que bajo la excusa de la misma se ha desarrollado una sistemática de actuación con el empleado que no puede calificarse como adecuada. También lo es que hay personas que reciben las oportunidades para trabajar y defraudan al empleador intentando esconderse, o no hacen bien el trabajo encomendado, por lo que al final pierden el empleo que habían conseguido. Y el empleador que se juega su dinero quiere personal entregado al negocio del que cobra, porque si él no hace bien su trabajo el empleador no ganará dinero y este acabará quedándose sin trabajo si el negocio no funciona porque debe cerrar.

Pero la Administración debería evitar las situaciones que se dan en estos casos. Cierto es que quien pone y arriesga el dinero tiene el derecho de exigir. Pero una cosa es exigir y otra llevar al empleado a extremos inasumibles en horarios y sueldo. Las personas necesitan motivación, y si solo ven que se les exigen muchas horas y poco sueldo, luego vienen las quejas por la mala calidad del servicio. Todos hemos vivido situaciones en las que en algún sitio nos han atendido mal, pero no nos detenemos a pensar en si ese trabajador está tan agotado o desmotivado que no sabe hacerlo mejor. Y es ante las quejas cuando encima pierden luego el puesto de trabajo, cuando ya no podían dar más de sí. Poner el dinero no da derecho a todo y a hacer las cosas sin pensar en el trabajador, sino que la postura más inteligente es hacer que el trabajador se integre en el negocio y lo haga como propio. Cuando el trabajador siente el trabajo como algo ajeno es cuando el rendimiento baja. Pero para que así lo sienta debe darse cuenta de que también piensan en él, y no solo en obtener altos rendimientos de los trabajadores, muchas horas de trabajo y no pensar en ellos. Quien actúa pensando en el trabajador y valorando sus opiniones, en cómo rendirían mejor, obtiene mejores resultados que quienes actúan considerando al trabajador como un objeto, u olvidando que los negocios funcionan bien.

En todas las enseñanzas de cómo llevar un negocio o cualquier proyecto, se explica que cuando en el engranaje del sistema los que trabajan se sienten considerados y son importantes el proyecto funciona mejor y da mejores resultados. Pero esto ocurre en todos los sectores. En el mundo de la empresa y, también, en el de la Administración. Cuando se equilibran las cuestiones retributivas y el trabajo que cada uno dedica los resultados son mucho mejores. Quien incentiva al trabajador con descanso y salario y organiza bien la forma de trabajar tiene más posibilidades de éxito que quien deja esto al lado. Y luego también está que el trabajador rinda al máximo y que al sentirse importante rinda al 100%, porque si no lo hace el empleador tiene ya el derecho a prescindir de él, pero no hacerlo cuando el empleado se ha dejado la piel y que luego al final se prescinda de sus servicios sin ninguna explicación.