Recientemente ha sido aprobada por unanimidad en las Cortes Valencianas una proposición no de ley del grupo parlamentario de Ciudadanos, instando al gobierno de la Generalitat declarar festivo en la Comunidad Valenciana el día 24 de junio por celebrarse ese día la festividad local de la ciudad de Alicante. En la exposición de motivos se abunda prácticamente de forma exclusiva en los de tipo económico. La propuesta se tacha de reivindicación histórica y parece que viene inspirada por ciertas declaraciones hechas por algunos representantes del mundo económico y de la Gestora de las Hogueras de la ciudad de Alicante. Ya sabemos que hoy día se es poco exigente a la hora de calificar cualquier hecho de histórico. No me parecería mal que se aumentasen los festivos en España, pues al contrario de lo que a veces se propaga, nuestro país no es el país que tiene más días de fiesta de Europa. No obstante, en el texto de la moción se explicita que la extensión de esta festividad no implicará un aumento del número de festivos, lo cual significa que alguna fiesta deberá suprimirse y quisiera saber cuál de ellas es la que se propone suprimir. Creo que hay que ser sumamente cuidadosos en lo referente al patrimonio cultural. La fiesta es la manifestación de la cultura de una comunidad.

En la diversidad de las fiestas de nuestros pueblos y ciudades se encierra un rico patrimonio cultural que debemos potenciar; no entiendo qué es lo que se gana extendiendo artificiosamente una fiesta local al resto de nuestros pueblos y ciudades. En la fiesta de la localidad se manifiesta la propia personalidad de cada pueblo y ciudad y potenciando su singularidad, se potencia su propia personalidad.

En el texto de la moción no se hace ninguna valoración de tipo cultural. Parece que la fiesta no tiene otra función que la de estimular la economía. A nadie le amarga un dulce y es cierto que la fiesta conlleva un mayor gasto, pero ello no nos puede hacer perder la visión de que la fiesta es una ruptura de la rutina diaria, la fiesta se manifiesta en el descanso frente a los días normales de trabajo. El pasado mes de agosto, con motivo de la apertura de los grandes centros comerciales en la ciudad de Elche, el día 15 de agosto, día feriado en toda España y la fiesta patronal de la ciudad, expuse desde estas mismas páginas cómo frente a quienes ven la fiesta como modo de incrementar el negocio, hemos de recordar que la fiesta es un recordatorio de que por encima del precio de las cosas se hallan los valores humanos, que por mucho que nos pueda parecer extraño en nuestro mundo, la economía debe estar al servicio de la persona. Parece que hemos aprendido poco de la crisis que todavía vivimos. En la medida que la fiesta se ve desde la única perspectiva del incremento del negocio, es mucha la gente que se queda sin celebrar la fiesta. Ello ocurre de modo especial con los trabajadores del sector del comercio. Sinceramente, no comprendo ese afán de que los comercios estén abiertos todos los días y todas las horas. Los argumentos que algunos esgrimen son tan antiguos como los que a principios del siglo XX utilizaban para oponerse al reconocimiento del descanso dominical.

Tengo que reconocer que especialmente me llama la atención que ciertos políticos llamados progresistas, reivindiquen opiniones tan vetustas y tan poco protectoras de los trabajadores. De otra parte, creo que lo mismo que se predica de esta fiesta se podría decir de otras muchas que se celebran en la Comunidad, ¿por qué la fiesta de Alcoi, de Villena, de Aspe no se extiende a toda la Comunidad?, a lo mejor favorecería la economía de ésta o u otras de las ciudades de la provincia de Alicante. El valor de la fiesta hemos de verlo sobre todo en el valor cultural que encierran en cada una de nuestras localidades y en los lazos de solidaridad y convivencia que las fiestas crean, además de hacernos presente, al menos en algunas ocasiones al año, que la sociedad puede ser algo distinta y mejor a ésta que se nos presenta como ideal hoy en día y que tiene su imagen más representativa en las aglomeraciones en los grandes centros comerciales las veinticuatro horas del día de los siete de la semana.