Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Semana de pasiones

Si juzgáramos por lo visto y oído durante los últimos días en Alicante, la que acaba hoy ha resultado una semana de pasión y dolor para el tripartito que rige los designios del Ayuntamiento alicantino, en lo que a lo político se refiere. Y además, todo tiene un eco muy taurino. Para empezar, si nos atenemos a la heráldica, con ese apellido Belmonte inundando todas las portadas. Eso sí, en este caso ayuna de toda vergüenza torera, porque la tal Nerea le está sacando las colores a propios, aliados y extraños.

La primera vara la recibió la terna gobernante por culpa de la lenguaraz Moreno, por sobrenombre «La Roja», apodo este que podría ser tomado también por torero si no fuera porque destiñe... Esta segunda «belmontina» vara se ha fraguado desde una actitud que hiciera famosa el mítico «Don Tancredo», aquel que se mantenía impávido en el centro del ruedo cuando soltaban un astado a la plaza, ante el estupor de los tendidos. Ese «tancredismo», que en nuestra ciudad degeneró hacia aquel «castedismo» vergonzante, lo vuelve a poner en el triste candelero la concejala de Acción Social y Vivienda, lo cual ha llevado a sacar un tanto así de gallardía al primer espada Gabriel Echávarri, de cuya torería poco se espera, habida cuenta de los anteriores brindis al sol que nos ha deparado durante su corta coyuntura como alcalde. Para muestra, el pasado miércoles se aprobaba en el pleno definitivamente un presupuesto municipal que elimina la exigua asignación a la Escuela Taurina (unos 4.200 euros) que más bien servía para dar carta de validez a la institución educativa que para financiarla, puesto que la mayor parte de los recursos necesarios para su vida activa procedía de los empresarios de turno que explotaran la plaza de toros. Que no nos vengan con la milonga barata de que se pagaba dos veces por lo mismo, porque es llanamente falso. Dos fuentes de financiación distintas no significan pagar por duplicado lo mismo. Un gesto que afea mucho al mundo taurino en esta ciudad.

De pasiones vive, cómo no, nuestra fiesta. Pasiones como la que Curro Díaz despertó en los tendidos de la plaza de toros de Las Ventas el Domingo de Ramos. Puerta grande de las de verdad, que hay que ver cómo encandila el linarense al público madrileño. Su toreo tiene un don especial muy ausente en estos tiempos: la personalidad. Más allá del pellizco, del temple, más allá de cualidades técnicas, cuando Díaz se anuncia en un cartel ya el aficionado sabe que puede esperar una interpretación del toreo diferente, muy marcada y de enorme proyección.

Y de domingo a domingo, pues en este de Resurrección Sevilla vuelve a cobrar el protagonismo con uno de los carteles más importantes del año, en el que repite paseíllo José Mari Manzanares. Su compromiso con el público del coso del Baratillo ha supuesto una de las piedras angulares en su carrera. Valencia no ha resultado, tras la actuación ante inválidos astados de Juan Pedro Domecq, un punto de partida positivo. Habla el espada en una reciente entrevista de la búsqueda en su toreo de una naturalidad que quizá haya supeditado al afán de triunfar. Si alguien puede evolucionar su concepto en ese sentido es, sin duda alguna, el diestro alicantino. Quizá sea ese plus que necesita para no perder las frescura y el interés frente al público ante el aluvión de novedades que trae este 2016. El toro dirá.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats