Es llamativo el interés que despierta conocer el significado y el origen de algunas cosas que, por ser muy cotidianas, apenas reparamos en ellas, ignorando tantos aspectos de las mismas, a veces sorprendentes. En realidad son conocimientos de cultura general pero, como cada vez es más general la incultura, no es pueril recordarlos de vez en cuando, pues creo que nos sirven para rescatar de nuestro fondo de conocimientos lo que antes se estudiaba en la Enseñanza Primaria y en el Bachillerato, pero que ahora ha quedado subordinado a la técnica y a la digitalización, instrumentos que nos proporcionan un caudal de capacidades casi ilimitado, si quisiéramos utilizarlos convenientemente.

Heredera de los griegos, la cultura romana a su vez legó a Europa los fundamentos de su civilización. Y aunque consideremos que no pasa nada por ignorarlos, esta ignorancia cercena muchas posibilidades de desarrollo personal y, como poco, nos arrebata la íntima satisfacción que produce el saber más para ser mejores.

En nuestro calendario (palabra proveniente de Kalendas, primer día del mes en Roma) nadie ignora que la semana es una sucesión de siete días naturales consecutivos, y también conocemos perfectamente el nombre de esos siete días, pero ¿qué más sabemos al respecto? Por ejemplo, semana proviene de las palabras latinas septimania y septem, que hacen referencia a los siete días que la semana tiene. Además, cada día de la semana los romanos lo dedicaban a un astro, del que toma su nombre. Así, el primer día estaba dedicado al Sol, seguido de otro dedicado a la Luna, más los que se dedicaban a los cinco planetas que pueden verse a simple vista: Marte, Mercurio, Júpiter, Venus y Saturno. Que también eran las principales divinidades romanas, como antes lo habían sido en Grecia con otros nombres. Así, Marte era el dios de la guerra por ser rojo como la sangre; Mercurio planeta que está más cerca del sol, era el mensajero de los dioses y deidad de los comerciantes; Júpiter dios padre por ser el segundo más brillante, dios del cielo y de los fenómenos naturales, asociado al rayo y al relámpago; Venus diosa de la belleza y el amor, por ser el planeta más brillante; y Saturno dios de la agricultura y la cosecha, era también dios del tiempo por ser de los cinco el planeta más lento. Es decir, poco hay que explicar para comprender cuál es el origen de los actuales nombres de nuestra semana: lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábado, aunque la evidente relación de este vocablo con Saturno fue preterida por la hebrea shâbath, como veremos. Lo único que no coincide es el domingo, ya que ese día, que ahora es el último, antes del cristianismo era el primero, el dedicado al Sol.

En el judaísmo, el comienzo y fin de la semana se basa en el Éxodo «Guardaréis el sábado ... porque en seis días hizo Dios los cielos y la tierra, y el día séptimo descansó». El término español «sábado» proviene del latín bíblico sabb?tum, y del verbo hebreo shâbath, que significa «descansar'». Según la Biblia, el sábado es el séptimo y último día de la semana. De hecho es el único día mencionado por un nombre. El resto son nombrados por su orden en la semana: el domingo es el primer día, el lunes es el segundo, y así sucesivamente. Recordemos por ello que los Evangelios, cuando narran la Resurrección de Jesús, dicen: «Al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro».

Fue el año 321 cuando el emperador Constantino el Grande decretó que ese primer día (el día del Sol romano), era dies Dominicus (día del Señor o domingo) por haber ocurrido la Resurrección, y que fuera considerado como el principal día de la semana, en reemplazo del sábado, obteniendo el rango de fiesta oficial. Al sustituir la festividad del sábado, el domingo también ocupó su lugar como séptimo día de la semana, que ahora comienza en lunes, considerándose de esta manera el domingo último día del cómputo semanal y, siendo la fiesta primordial de los cristianos, sería también día de alegría y de liberación del trabajo.

Actualmente el domingo es festivo en la mayoría de los países del mundo, solamente países influidos por la cultura islámica o judía tienen el viernes o el sábado como fiesta semanal, porque el descanso, en cuanto que es una necesidad para recuperar las fuerzas gastadas por el trabajo y una ocasión de crecimiento espiritual, ha de ser una norma para la sociedad entera. El derecho al descanso asegura a todo trabajador poder cesar en su actividad por un período de tiempo, y tiene como fines, entre otros, permitirle recuperar las energías gastadas en la ocupación que desempeña, proteger su salud física y mental, el desarrollo de la labor con mayor eficiencia, y la posibilidad de atender otras tareas que permitan su desarrollo integral como persona e integrante de un grupo familiar. El descanso está consagrado como uno de los principios mínimos fundamentales que debe contener el estatuto del trabajo y, por ende, debe entenderse como uno de los derechos fundamentales del trabajador.

Desde luego que el descanso forzoso que provoca ahora el paro exige urgente solución y medidas apropiadas para evitar situaciones inadmisibles.