Si hace unas semanas parafraseando, a la contra, a Alfonso Guerra titulábamos que «el que no se mueva no sale en la foto». Hoy más que moverse, hay que mover ficha para salir del impasse en que se encuentra la negociación para formar Gobierno.

Cuando escribo estas líneas se anuncia una entrevista de Pedro Sánchez con Pablo Iglesias. El PSOE parte de los acuerdos con Ciudadanos de los que ni quiere, ni debe moverse. Podemos, por su parte, condiciona cualquier acuerdo a que se haga con la izquierda sólo. Si los de Iglesias no mueven ficha, no habrá acuerdo, «la consecuencia de apostar por esa estrategia maximalista es que Podemos no aprovecha la poderosa capacidad de negociación de la que dispone». Son palabras de Juan Torres el catedrático de Economía Aplicada de Sevilla, padre del programa económico de Podemos, que añadía en su blog: «Lo que queda y lo que hace que una fuerza política se perciba por la ciudadanía como un auténtico motor del cambio social y del progreso histórico es su contribución efectiva a lograr mejores condiciones laborales, económicas y políticas en cada coyuntura y en correlaciones de fuerzas que no siempre son las favorables o deseadas».

No cumplir los programas electorales lo penalizan los electores; pero en política no respetar los acuerdos entre fuerzas políticas desacredita a quien lo hace: el PSOE mantendrá el pacto con Ciudadanos, y a la inversa. Ese es el pilar en que ha de sustentarse un futuro gobierno alternativo al popular. El PSOE no puede deber el gobierno a partidos independentistas; y estratégicamente no debe depender exclusivamente de Podemos, y menos a la vista de su comportamiento, desde la rueda de prensa sobre el «nuevo gobierno y el vicepresidente», y a la vista de las distintas corrientes que hace dudar de su cohesión y disciplina interna. La posibilidad es un Gobierno PSOE -C's en el que Podemos puede sumarse añadiendo propuestas al acuerdo existente; o permitiendo la elección de Pedro Sánchez con su abstención. En el primer caso toca poder - y también asume responsabilidad en el Gobierno, se contamina con la «casta»,- y en el segundo se convierte en la voz de la izquierda en la oposición.

El PP podría abstenerse en la investidura, aunque no lo hará por mucho que insista Ciudadanos. Y la primera dificultad es la presencia de Rajoy que no quiere terminar su carrera política, y confía en mejorar los resultados en unas nuevas elecciones. La gran coalición PP-PSOE, con o sin Ciudadanos, es inaceptable para los socialistas como forma de Gobierno. Y más después de la política y el estilo en este último mandato popular. Además, el comité federal del PSOE y los afiliados lo rechazarían porque electoralmente le supondrían un varapalo de época. Un Gobierno de Sánchez con «independientes» de derecha y C's sería inaceptable para los populares; como «partido mas votado». El PP pretende liderar el Gobierno, y su campaña se basa en «culpar» al PSOE de que no se pueda formar Gobierno. El PP no moverá ficha.

El PSOE debe evitar la repetición de elecciones, incluso aunque el sondeo del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) el mes que viene le fuera favorable. Si Podemos no mueve ficha; al PSOE y, quizá, a C's sólo les queda ofrecer la abstención al PP y que Mariano Rajoy intente formar gobierno. Obligaría a Rajoy a tener que someterse a la votación de investidura. Es la salida más inestable. Es a lo que González se refería cuando dijo: «ni el PSOE ni el PP ni otros deberían negar la posibilidad de un Gobierno para España si no están en condiciones de hacerlo ellos»; este movimiento no es la mejor opción para los socialistas, pero los deja como alternativa, voz de la izquierda en la oposición, que podría condicionar casi todas las propuestas legislativas, incluida la reforma constitucional, y con la moción de censura siempre como espada de Damocles sobre el gobierno popular. Alguno tendrá que mover ficha.

Hagan juego.