Leo el último libro de Almudena Grandés, una de las escritoras más respetadas e influyentes de España, titulado «Los besos en el pan», que cuenta con sensibilidad y atractivo cómo transcurre la vida de los vecinos de un barrio madrileño en estos difíciles tiempos, en una novela coral con múltiples personajes que en ciertos momentos se me antojan excesivos, y que me emociona y conmueve con algunos pasajes como el de la abuela y el nieto que coinciden en su afición por la historia y los juegos informáticos, o en el episodio de amor que adivinas imposible entre una desesperanzada mujer y un idealizado perdedor, o en el del enamorado marido que con inquietud espera un incierto veredicto.

Y me enternezco con algunos pasajes de la novela en que aparecen relaciones de amistad y de familia, y de trabajo y de espacios comunes, así como momentos de afecto y de pasión, de coraje y de rencor, y de ayuda y solidaridad, y relaciono el título del libro con el recuerdo de mi abuela y su costumbre de besar el pan cuando caía al suelo, y con sus palabras aconsejando una actitud de agradecimiento por todo aquello que se tiene.

Y es que la gratitud tiene la maravillosa capacidad de situarnos en el presente, proporcionándonos satisfacción, bienestar emocional y calidad de vida, significando un sentimiento de aprecio y valoración por las acciones que otros hacen a favor nuestro, e implicando una disposición por nuestra parte para ayudar a los demás.

Y con el recuerdo de mi abuela, sereno mi ánimo, y la nostalgia y el cariño me producen la sensación de que el ayer y el hoy se confunden, uniéndose en el tiempo,y me hacen sentir bien y en calma, cumpliendo la función positiva que tiene la memoria de elevar el bienestar y realzar el ánimo, relajándome y no dejando que se pierdan en el olvido los bonitos recuerdos del pasado, evocando intensos momentos, sintiendo en el presente cada instante, e imaginando un deseado futuro.

Y salgo a pasear y me encuentro con una amiga en la Plaza de los Luceros, y tomamos un café, y hablamos de muchas cosas, y también de literatura, y de Almudena Grandés, y me dice que ella ha leído todos sus libros desde «Las edades de Lulú», y coincidimos en muchas cosas, y nos despedimos hasta muy pronto, y yo le digo que voy ahora mismo a comprarme otro libro de la genial escritora madrileña, y me pregunta cuál, y sonrío, y nos damos un beso, y le digo ya sabes, ese del que tanto acabamos de hablar.