La Comisión de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española y la CONFER en la Universidad de Comillas, en Madrid, organizaron recientemente unas jornadas sobre la violencia en la adolescencia. Nos facilitaron un conjunto de datos estremecedores sobre los padres agredidos y maltratados por sus hijos, que han convertido sus casas en un infierno.

La memoria de la Fiscalía General del Estado ha escrito que en 2014 hubo en España 4.253 procedimientos a menores por delitos de violencia contra los padres. Las agresiones eran salivazos, insultos, empujones, amenazas, etcétera.

Hasta hace pocas décadas este tipo de violencia iba asociado a enfermedades mentales de los hijos. Posteriormente, empezó a estar vinculado al uso de drogas y el alcoholismo. Nuevos estudios puntualizan que en las familias donde se dan estas violencias hubo desde la niñez padres demasiado autoritarios o padres permisivos. También se ha dicho que estos jóvenes violentos solo piensan en sí mismos, porque es lo que ven en sus padres y en la sociedad. Se trata de poner remedio a esta enfermedad mental a través de la atención psicológica, de talleres de conducta, etcétera.

Los agresores suelen ser adolescentes entre 14 y 18 años, con bajo rendimiento académico. La mayor parte son varones y un tercio son mujeres. Muchos de ellos vienen de familias desestructuradas o con problemas. Esperamos que con las medidas que se están tomando se irán resolviendo todos estos problemas. El mal tiene remedio.