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Marc Llorente

Adaptación sobria

Medea

Teatro Principal de Alicante

Texto: Vicente Molina Foix.Reparto: Ana Belén y otros.Dirección: José Carlos Plaza.

E l texto dramático, la técnica de los actores y la puesta en escena determinan el rumbo de cualquier obra. Tomando como punto de arranque la mitología griega, la tragedia clásica cede el protagonismo, fundamentalmente, al uso de la voz y de la palabra poética de unos personajes de corte irrealista. La depuración textual, deshacerse de la hojarasca y quedarnos con lo que más importa a día de hoy, forma parte de un imprescindible ejercicio. Todos los montajes, de un tipo u otro, son válidos siempre que nos ofrezcan calidad, como en este caso ocurre con la adaptación de Medea, una figura de mujer autónoma, contraria al arquetipo de otras épocas. Incluso en nuestro tiempo predomina la vara de mando del varón. Y ella decide al abandonar su país y ante la traición del hombre al que ama. El deseo, la pasión y la razón se funden. Pero la extrema actitud de su inadmisible venganza le empuja a asesinar a sus dos hijos menores. La catarsis está servida por Vicente Molina Foix, el escritor ilicitano que ha construido la dramaturgia a partir de Eurípides, Séneca, Apolonio de Rodas y Ovidio. La serena maestría de José Carlos Plaza impone la ruta, en función del texto, para dirigir un sobrio espectáculo con estilización escenográfica, inquietante atmósfera y la tarea de la protagonista Ana Belén. La actriz se emplea a fondo. Muestra poder vocal, justo énfasis, verbal y físico, y el firme talante del mitológico papel al que da vida con su presencia. La nodriza, Consuelo Trujillo, obtiene el interés de los numerosos espectadores por su veterana eficacia, y Adolfo Fernández (Jasón), Luis Rallo o Poika Matute, entre otros, ponen su grano de arena al trágico asunto, que se alarga excesivamente, durante casi dos horas. La fusión de autores y la incorporación de nuevos ingredientes constituyen la encomiable labor de Molina Foix. No solo es la temática o el contenido de una pieza, sino la envoltura y el carecer estilístico de la representación. El teatro integral abarca todos los lenguajes escénicos con la correspondiente armonía? Sin ser éste el objetivo exacto, la dirección de José Carlos Plaza navega ligeramente por esas aguas teatrales.

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