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Antonio Sempere

8 millones

Los 8 millones de espectadores que siguieron los penaltis del partido de Champions del martes pasado en Antena 3 me dieron un disgusto, no por habitual, menos doloroso. ¡8 millones pendientes del balón y la portería! 8 millones de espectadores que, previsiblemente, nunca se habrán dado un garbeo por Atención obras, que no sabrán quién es Esther Ferrer ni John Eliot Gardiner y viven su vida tan felices. Porque ellos no tienen un problema. En todo caso lo tenemos nosotros, la minoría. Quienes nos sentimos en un mundo raro.

La cuestión es que la televisión nos sigue dando alegrías. Estrenando programas en unas fechas nada propicias, con las vacaciones de Semana Santa acechando a las puertas. Lo hizo Cuatro con Jesús Cintora. Se atrevió a hacerlo La 1 con El Caso (¿por qué precisamente ahora, cuando desde principios de año ha rellenado sus martes con películas?). Y lo sigue haciendo, dirigido a un público bastante más minoritario y especializado, Movistar+, regalando a su niño mimado, el Canal#0, con delicatesen que serían impensables en otras latitudes. Bienvenido sea Iñaki Gabilondo, 73 años preñados de sabiduría y mesura, con Cuando ya no esté. Y bienvenido sea Jon Sistiaga con Tabú (estreno el 31 de marzo, con cuatro primeras entregas dedicadas a los abusos a menores).

Mientras, en La Sexta sigue el espectáculo. Si se atrevieron a colocar un contador con el tiempo que quedaba para la reunión en la que la UE trataba el tema de los refugiados, ¿qué no harán con el asunto de los pactos de gobierno? Desde que faltaban 52 días para que llegue la hipotética convocatoria de nuevas elecciones, en programas como Al rojo vivo no han dudado en situar en la parte superior de la pantalla dicho cronómetro. Con los días, las horas, los minutos y los segundos que faltan. El espectáculo continúa.

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