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Peces gordos

Que andaba yo dándole vueltas al asunto del compi yogui de doña Leticia con zeta para endosarles a ustedes mi delirio dominical cuando me metí en un bareto y leí en INFORMACIÓN la conversación telefónica entre una madre y un hijo. Claro, los asuntos sucios se atropellan, se piden paso y hoy los reyes se marcan un «sé fuerte, Luis» al más puro estilo Mariano y al día siguiente, una exconcejal del Ayuntamiento de Valencia explica a su hijo que la tita Rita le da dinero negro para que lo convierta en blanco nuclear a través de un banco. Y mientras esto escribo pienso que el domingo que viene (hoy para ustedes) este asunto estará más obsoleto que los botines del torito de El Fary, un suponer, porque otra felonía de mayor calado habrá enterrado a ésta. «¿No lo entiendes, cariño? Ellos tienen mucho dinero negro».

Dice el aforismo popular, esa fuente de sabiduría, que por la boca muere el pez. Y estos peces que están cayendo a fe mía que son gordos, gordísimos. Si tenemos en cuenta que la profecía de George Orwell en «1984» se está cumpliendo puntualmente, que las redes sociales y los wasaps son una ventana abierta a las vergüenzas de cada cual, si el gran hermano nos vigila, si nos controlan más que la Stasi, hay que ser muy lerdo como para, ostentando un cargo público de cierta relevancia, enseñorearse por el éter. Además de amiguitos de presuntos delincuentes, llevan la necedad tallada en el escudo nobiliario sobre campo de gules.

Le decía el empresario y consejero de Caja Madrid y Bankia, Javier López Madrid, un notas acusado de estar en el meollo de la financiación ilegal del PP, de tirar de tarjetas black, de estar en la pomada de la Púnica y de acoso sexual (al loro con la perla) a su amigo Felipe VI, que España es un país muy difícil. El rey Felipe, alias el «preparao» le contesta que «¡Y tanto!» y le invita a comer. La grácil Leticia con zeta le hace carantoñas, visajes y amorosos contoneos al honrado caballero y tilda de mierda a la revista que destapó sus miserias y lo dejó en pelota picada. Hombre, en lo de un país difícil, puede que tengan razón. Es un país difícil para encontrar curro, para llegar a fin de mes, un país jodido para los desahuciados, para los talentos que tienen que emigrar, para la cultura, para la educación, para la ciencia. Pero para la pléyade de estrellas rutilantes que tan zafiamente nos comen por sopas es la mar de fácil, más que fácil, facilón. Un país facilísimo para los leviatanes tragalotodo, cuyos procesos judiciales duran años, para los aforados, para los sinvergüenzas sin escrúpulos que se saben inmunes, para los que la cuna les dio patente de corso o el poder, cancha ancha. Para todos vosotros, bribones, sanguijuelas, vampiros, mediocres, inútiles, sacamantecas que vivís al «caloret» de un sistema podrido, para vosotros este país no es sólo un país fácil, facilón, irrisorio. Para vosotros, peces gordos que os importa media higa el sufrimiento ajeno, este es directamente el país de Jauja.

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