A medida que pasan los meses, el gobierno municipal de Alicante no para de generar continuos sobresaltos, habiéndose convertido en un foco de inestabilidad política de primer orden donde se acumulan los enfrentamientos y desencuentros, se multiplican las desautorizaciones y descalificaciones mutuas, sin que dejen de producirse noticias y decisiones lamentables que han extendido una opinión generalizada de que la situación en Alicante no puede mantenerse de esta forma.

Un equipo de gobierno municipal que vive en una permanente amenaza de ruptura, donde las declaraciones desafiantes y contrapuestas de unos concejales contra otros se han convertido en algo habitual, en el que se tiene que dedicar tanto tiempo y esfuerzo a restaurar los daños causados por decisiones desacertadas, salpicado de escándalos y polémicas que se han convertido en moneda corriente de su gestión y que no para de generar noticias intranquilizadoras, lejos de ser la solución a los muchos desafíos urgentes a los que Alicante tiene que dar respuesta, se ha convertido en uno de sus problemas y en un factor de inestabilidad de primer orden.

Las pasadas elecciones municipales pretendían ser un momento de ruptura sobre la deriva en la que estaba sumida Alicante, permitiendo así abandonar definitivamente la parálisis a la que se había llevado una ciudad en declive, convertida en símbolo de escándalos, de corrupción y controversias políticas. En mayor o menor medida, todos los partidos coincidieron en la necesidad de romper un ciclo dominado por un absolutismo que había dañado gravemente el clima político y social en la ciudad, regenerando las instituciones y restaurando un diálogo que permitiera abordar una agenda de temas urgentes para los ciudadanos que el nuevo Ayuntamiento salido de las urnas tenía que afrontar, para lo cual se necesitaba recomponer consensos junto a la construcción de acuerdos que habían sido imposibles en las anteriores legislaturas.

Es así que la ciudad votó dando una mayor pluralidad política a las fuerzas municipales, disminuyendo su apoyo a un PP cuestionado por sus escándalos y su gestión ineficiente, para favorecer un gobierno de cambio que se traducía en la pérdida de la mayoría absoluta de los populares, dando así la posibilidad de que otros partidos renovadores pudieran acceder al gobierno local. De esta forma, tres partidos de izquierda que en mayor o menor medida compartían la necesidad de una profunda regeneración de la política local y un cambio de rumbo, suscribieron un programa de gobierno municipal que reflejaba esta voluntad de transformación. Sin embargo, la soberbia y los egos, las incapacidades políticas, las carencias personales y el desconocimiento que algunos miembros del equipo de gobierno municipal han demostrado sobre la ciudad, sobre el funcionamiento de las instituciones públicas y sobre las áreas que gestionan, han convertido al Ayuntamiento de Alicante en un avispero y a la ciudad en algo parecido al plató de una película dirigida por Berlanga y Almodóvar a partes iguales, donde todo es posible, por increíble que parezca.

Es justo reconocer que hay concejales que están intentando trabajar con dedicación en unas condiciones muy complicadas, sin generar sobresaltos públicos y actuando con la responsabilidad que exige su cargo, pero esta no es la tónica general en todos ellos, como demuestra la larga lista de polémicas que arrastra el gobierno municipal. Con el agravante de que buena parte de los concejales y de las fuerzas políticas que lo componen son incapaces de realizar o de asumir crítica alguna, reaccionando de manera furibunda y con descalificaciones a cualquier opinión contraria, algo que adquiere rasgos de matonismo político en algunos de los asesores y palmeros de los que se rodean. De esta forma, la respuesta que se da a los muchos escándalos y disputas que se vienen generando en el gobierno municipal son siempre las mismas: una conspiración contra el tripartito, campañas orquestadas por los malvados medios de comunicación, frases sacadas de contexto o decisiones cuya responsabilidad son de los técnicos: lo mismo que por cierto respondía en su día el PP y que era criticado duramente por la oposición, que es precisamente quien ahora está al frente del Ayuntamiento.

La crisis permanente en la que vive el tripartito no puede continuar, al tiempo que la ciudad no se merece vivir en una situación de continuos escándalos, sobresaltos y polémicas. Cada uno de los tres partidos que forman parte del gobierno municipal tiene que asumir su responsabilidad si de verdad quieren que la ciudad avance y supere la situación de declive en la que Alicante está instalada y que dura ya demasiados años, erosionando con ello su futuro y dañando sus posibilidades. Es la hora de que todo el equipo de gobierno municipal y los tres partidos que lo forman se convenzan de que Alicante no puede seguir así.

@carlosgomezgil