Atención a la cita. El viernes posterior a la Semana Santa, el 1 de abril, se estrena el Imprescindibles dedicado a Concha Velasco. Es un trabajo que se ha venido preparando con mimo, a cocción lenta, desde hace tiempo, y que será un placer degustar.
Pero quienes deseen completar la visión de lo que supone nuestra Concha en el mundo del espectáculo (de lo que todavía es) no deben dejar de verla en su intervención el pasado 8 de marzo en Late Motiv. Ni corto ni perezoso, Andreu Buenafuente decidió cederle el monólogo en una jornada tan significativa. Y ahí estuvo la muchacha de Valladolid clavándolo. Diciéndonos bien a las claras aquí estoy yo, y demostrando que tiene cuerda para rato.
Para comprender en toda su grandeza el Imprescindibles del 1 de abril, homenaje, reconocimiento, retrospectiva y respeto hacia la actriz que decía de niña a su madre que quería ser artista, hay que ver el monólogo del 8 de marzo. Anverso y reverso. Cara y cruz de un mismo personaje. Esa querida Concha que se define como la persona más «curranta» de cuantas podemos conocer, justificando así la afortunada elección de Andreu.
Hay muchas horas de televisión. Tal vez demasiadas. Abunda el detritus. Lo innecesario. El relleno que no va a ninguna parte. Pero también está la excelencia. Ese material escaso que merece tal calificativo por contraste. No nos cabe ninguna duda de que el pasado 8 de marzo tuvimos la oportunidad de vivir uno esos momentazos que ennoblecen el medio. «Como dice Buenafuente, sí, sí, sí, sí?», nos contaba Concha cuando el público prorrumpía en aplausos, entre gag y gag, como si toda su vida se hubiese dedicado al noble arte del stand up comedy. A Concha Velasco no queda más remedio que quererla. Con sus excesos. Con su adicción al trabajo (ya anda promocionando su monólogo sobre Juana la Loca). El 1 de abril la televisión pública le va a homenajear a lo grande.
