«Para un europeo, familiarizado con viejas tierras, en las que, desde antiguo, existen explotaciones industriales, historia semejante presenta caracteres íntimos y, si se quiere, románticos,? sondear en la existencia de antepasados que vivieron dentro de una sociedad que era la constituida por los viejos ferrones, los viejos bataneros, los viejos artesanos de la Europa medieval y de los años anteriores a la gran industrialización».

Julio Caro Baroja. 1983. Tecnología Popular Española. P. 451.

Durante el pasado año (del 10 al 12 de octubre) se celebró el Día del Patrimonio Cultural Europeo. El tema escogido por España fue el «Patrimonio Industrial y Técnico». Diversas asociaciones europeas han decidido continuar las jornadas a lo largo del presente año, bajo el nombre de: 2015 +.

Esta iniciativa, auspiciada por la Comunidad Europea, el Consejo Europeo y diversas asociaciones de cincuenta países de nuestro continente, se plantea por parte de aquellos que tienen conciencia del fundamento que define a nuestra sociedad: una sociedad industrial pendiente de su evolución industrial y técnica. Esta conciencia, propia de aquellos que tienen solvencia científica (Historia y Técnica), les lleva a intentar poner de relieve, para divulgar, aquello que nuestra sociedad es: gentes con la mentalidad y la lógica para los que tendría que primar su memoria material creada por su ancestral tradición industrial textil y técnica.

Estas jornadas sobre Patrimonio Industrial y Técnico nos vienen como anillo al dedo: Alcoi (paños, tintes, papel, lonas para las embarcaciones, etcétera); Elx (lonas para el calzado -y «el cel del Misteri»-, cintas, etcétera.); Valencia (sedas, velas, etcétera): Morella (mantas y la única «colonia tèxtil» del País Valencià o Comunitat Valenciana. Y tantos y tantos otros.

Siendo las «diversas industrializaciones», desde los orígenes de nuestra especie, un fenómeno regional (circunscripciones industriales), Europa es la cuna de la cultura industrial actual. Cultura que alcanzamos mientras otros mataban búfalos por las praderas; los del otro lado temblaban ante su Ciudad Prohibida; los de más allá se resguardaban del imperio del Sol Naciente; y el resto estaba pendiente de ser colonizado.

Industrialización primigenia que nos corresponde, sabiendo que el proceso nada tiene que ver con supuestas «revoluciones»; sino con el constante ir y venir (avances y recesiones) que sólo tienen que ver con los modelos de las sociedades, con las materias empleadas, con las energías utilizadas y con las innovaciones. No en balde el pensador Pierre Villar advirtió que una cosa es crecer y otra, muy distinta, desarrollarse. Industrialización, tras industrialización se sigue desarrollando nuestra sociedad.

En las cátedras servidas por solventes economistas e historiadores se escucha, de forma reiterada, que, en el inicio de toda industrialización sostenible forzosamente -como «masa crítica», que diría Juan José Millás- , siempre ha estado el complejo mundo textil exigiendo: las innovaciones técnicas, las diversas materias, las diversas energías, las especiales destrezas y las cambiantes relaciones laborales.

Así ha sido el devenir de nuestra civilización; pero en el seno de las innumerables crisis de subsistencia que nos han azotado, la constante, con todos sus altibajos y sus remontadas, ha sido significarnos como aquello que somos: tener la mentalidad de las gentes primigenias que heredamos de los viejos artesanos textiles, de los que sabían de ferrones, de los «ingenieros» y de todos aquellos que, gentes ociosas, llamaban: «viles y mecánicos».

Tan «viles y mecánicos» somos que, hace 2.300 años, «la dama de la urdidera» quedó inmortalizada en la cerámica ibérica conservada en el museo municipal Camil Viñedo d´Alcoi y, XXIII siglos después, la doctora por diversas universidades Rosalía Mera Goyonechea creó la mayor industria textil actual del mundo.

En pro de la divulgación de nuestra cultura material textil y técnica reconocer la capacidad, el desvelo y la solvencia de Emilia Simón Franco responsable técnica del departamento de Etnología, de nuestra Dirección General de Cultura, que nos involucró en estas jornadas europeas.