Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Mail encontrado en la papelera

Hola, chupi mongui, te supongo muy atareado con lo de las tarjetas dark o tarjetas black, que no sé cuál de las dos es la palabra apropiada. Lo preguntaré en la Casa, que seguro que allí hay alguno que me puede sacar de apuros y explicarme cómo se llaman y cómo las llaman en los juzgados.

Te escribo porque habrás sabido del revuelo que causaron nuestros chats anteriores. Cosas de plebeyos, como puedes suponer, y que yo no acabo de entender por qué se extrañan. No les vendría mal recordar lo sucedido con aquello de Carlitos cuando le decía a su amante de entonces y ahora su mujer lo de «quisiera ser tu támpax». Una licencia propia de la realeza y que después ha pasado lo que ha pasado: divorcio de la anoréxica Diana, matrimonio con la antigua amante, muerte en extrañas circunstancias de Dianita a la que tanto admiro y ahí quedó todo. Hacía bien María Antonieta no preocupándose de las cosas de los plebeyos, aunque eso acabase produciéndole un definitivo dolor de cabeza.

Comparado con aquello, es excesivo el rasgarse las vestiduras de los plebeyos de ahora. Son pocos, pero gritan. Y más cuando alguno de ellos se ofende porque yo dijera aquello de «mierda de LOC». Porque mierda es. Constato. Pero no mucha gente sabía de su existencia y ahora lo siguen con devoción.

También sería absurdo que si yo dijese, como podría, lo de la «mierda de JMT, sociólogo», el provinciano aludido se sintiese incómodo. Más bien se le ensalzaría al hacerlo objeto de un comentario real, no ficticio. Pero no voy a seguir en esa línea. Que si se irritan ya se calmarán. Pero, eso sí, sigo pensando en «la mierda del BOE».

Además, yo no he caído en el delirio de aquel duque de Alba (duque consorte, no nos engañemos) que decía que «los Alba siempre hemos tenido grandes migrañas». No caeré yo en tal despropósito. Mi pasado me avala. Merde.

Tú, a lo tuyo. Procura arreglar el desaguisado en el que te han metido, sin duda contra tu voluntad y abusando de tu bonhomía. Sabes que los borbones siempre hemos sido muy campechanos y democráticos. Esto último se puede demostrar viendo la lista de amigos que hemos tenido: de todo tipo, aunque, eso sí, todos de la más rancia nobleza española. Claro, con tantos amigos (y amigas en el caso de los varones), algún garbanzo negro se ha tenido que colar, pero no me negarás que hemos sabido resolver esos pocos asuntos, incluso los mínimos relativos a las amigas, con altitud de miras y elegancia real, aunque en este caso real no sea opuesto a ficticio.

Ten cuidado cuando me contestes, que ahora sabemos que nos vigilan. Y no te pongas a hacer las bromas que acostumbras con tu amigo mi marido porque igual te acusan de faltar al respecto a la corona y te cae un puro mayor que el que les puede caer a los de las tarjetas que casi seguro se irán de rositas, no como los faltones y faltonas, que de todo hay. Así que no te preocupes.

He leído en una mierda de periódico (ya sabes que detesto a los periodistas), que «todos los ciudadanos, también los reyes, tienen derecho a la intimidad. Pero todos los ciudadanos, que no son súbditos, también tienen otro derecho que en ocasiones prevalece sobre el primero: el derecho constitucional a la información». Cuando digo mierda, sé lo que me digo. Derecho a la intimidad, por supuesto. Y derecho a la información, también. Pero a la intimidad en todos sus aspectos y a la información solo en lo que tenga de importante o relevante para la cosa pública. Lo que tú y yo nos digamos, usando nuestro vocabulario juvenil y jocoso, no cae dentro del derecho a la información. Que sería como informar de qué papel higiénico utilizo en mi casa o inventarse que uso páginas de periódicos levantiscos. Los mismos de la mierda lo han reconocido: «Es cierto que cualquiera tiende a confiarse hablando o chateando con sus amigos y creo que esos comentarios pertenecen al dominio de lo privado». Espero que no suceda lo mismo con este mail, que no whatsapp.

Tal como está el carácter público de lo que estamos comentando, tendré que repetir lo que ya dije a un colega plebeyo en 2004: «Sólo te digo que deberías llamar a la Casa Real para confirmar las informaciones cada vez que quieras publicar algo». Eso habrá que hacer. Piss you.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats