Según el psiquiatra suizo Carl Jung, existe un inconsciente colectivo mediante el cual todos los seres humanos nos mantenemos conectados. Se trata de un conjunto de símbolos y arquetipos que generan los mismos significados en cada persona. Si observamos con detenimiento, todas las culturas albergan mitos muy similares. Lo mismo ocurre con las historias. Los cuentos se repiten de forma parecida independientemente del rincón del planeta en el que se narren. Y, la más vieja de todas las historias, el origen de todas ellas es El camino del héroe.

Su trama básica describe cómo una persona inicia un camino en busca de un tesoro o de un objetivo prácticamente inalcanzable. A lo largo de ese periplo tropieza con adversarios que obstaculizan la consecución de su objetivo, y también con colaboradores que se la facilitan. Se trata de un viaje iniciático que supone la transformación del protagonista gracias a las experiencias y el aprendizaje que adquiere en su trayecto. Jasón, Moisés, Hércules, Odiseo, los personajes de las novelas de Julio Verne, Ray Bradbury o J. R. Tolkien, incluso Indiana Jones, son ejemplos de esta tradición milenaria.

Otra característica de ese viaje es que, en el fondo, se trata siempre de un viaje interior. Es una aspiración, una motivación potente, un anhelo nunca saciado, como dijo el propio Jung. «El viaje a los infiernos simboliza el descenso al inconsciente, la toma de conciencia de todas las posibilidades del ser. En cambio, el viaje al interior de la tierra es el retorno al seno de la madre?».

Esas adversidades que se encuentra en el camino, representan los miedos, muchas veces encarnados bajo la forma de dragones, monstruos u otros esperpentos. Y, curiosamente, son doce las etapas en las que se divide ese camino. Como los meses en los que fragmentamos el viaje de la tierra alrededor del sol.

Finalmente, el viaje termina con el regreso al hogar, tras haber accedido a un nuevo estadio de conciencia. Por eso el viaje no es circular, sino, más bien, una espiral ascendente. Y el hombre que regresa ya no es el mismo que partió, sino otro diferente. Más viejo, y más sabio. Más herido y más sano, porque finalmente halló el tesoro, esa experiencia, ese conocimiento de sí mismo, de sus puntos débiles. Regresa un hombre que supo afrontar sus miedos y vencerlos.