Hoy vuelvo a Pontevedra, como tantas veces a lo largo de mi vida. En esta ocasión lo hago para apoyar al Partido Popular de Pontevedra y al que hoy será elegido como su nuevo presidente, Alfonso Rueda. Alfonso es hijo de José Antonio Rueda, con quien trabajé mano a mano durante mi etapa como Presidente de la Diputación, hace ya la friolera de treinta años.

Hoy vuelvo a Pontevedra donde residen mis amigos de siempre, los que encontré cuando a los 15 años tuve que dejar a otros amigos que me acompañaron durante mi infancia en León. No es fácil cambiar de vida y de afectos a los 15 años, pero aquel desarraigo lo llenaron Pontevedra y sus gentes con cercanía, afecto y nuevas experiencias: las clases en el Instituto Sánchez Cantón, las partidas en el Coralín o los domingos de fútbol en Pasarón. A medida que fueron pasando los años, las tardes de cine y paseo fueron quedando atrás y pasó a ocupar nuestro tiempo y nuestros afanes otros lugares como el "Daniel Boone" o "El Universo". Allí, en "El Universo" mi hermano Luis me presentó a Viri, mi mujer, tan pontevedresa y tan amante de esa ciudad como yo. Ciertamente jamás he sentido la tentación de alejarme de aquí, pero si alguna vez lo hubiera considerado, ella se habría encargado de despejar cualquier tipo de duda al respecto.

Hoy vuelvo a Pontevedra, como hice cada fin de semana durante todos los años que pasé en Santiago de Compostela estudiando la carrera; como durante mi primer destino profesional en Villafranca del Bierzo. En uno de esos viajes de fin de semana casi me quedo a mitad de camino a causa un grave accidente de tráfico del que tuve la gran fortuna de salir vivo. Hoy vivo en Madrid, antes lo hice en Santa Pola o en la citada Villafranca, pero siempre vuelvo a Pontevedra, porque en esta ciudad eché mis raíces y porque no quiero ser de ningún otro lugar.

Pontevedra es parte de mi vida, también de mi vida política. Aquí descubrí mi vocación y tuve mis primeras experiencias como concejal del Ayuntamiento, luego como presidente de la Diputación y como diputado al Congreso en cinco legislaturas. Casi todo lo que sé de política lo aprendí aquí: de las victorias y de las derrotas, de los desengaños y de las reconciliaciones; de los pactos y de la generosidad. Aprendí también lo mucho que se puede hacer desde la política para mejorar la vida de la gente, desde poder llevar la electricidad a una aldea „como me tocó hacer a mí en la Diputación„ hasta evitar el rescate del país, que habría acarreado graves consecuencias sociales para las personas más vulnerables.

Mis experiencias de Pontevedra también me han servido para dirigir mi partido teniendo muy en cuenta lo que sienten los militantes de provincias cuando reciben instrucciones, a veces incomprensibles, desde ese ente indeterminado y lejano que se llama "Madrid". Del mismo modo, he intentado gobernar España pensando siempre en lo que necesitan y esperan esos millones de españoles que no viven en grandes urbes, sino en pequeña aldeas o ciudades medianas como esta.

Pero sobre todo he intentado siempre conducirme en la vida pública con equilibrio, mesura y afán de concordia, principios que nunca he abandonado. Quizá por eso lamento tanto que algunos concejales de esta ciudad que siento tan mía hayan querido hacerme daño cuando existen otras maneras mucho más razonables de mostrar el desacuerdo con un gobernante. He de decir, sin embargo, que esa afrenta ha sido ampliamente compensada por todas las muestras de solidaridad y cariño que he recibido desde entonces y que agradezco de corazón. Todas esas personas, de la más variada condición, de distintas opciones políticas, muchas que ni siquiera conozco ni he tratado y a pesar de ello me han hecho llegar su apoyo y solidaridad, son quienes me han movido a escribir estas palabras de agradecimiento. Estoy absolutamente seguro de que algún día „ojalá no muy lejano„, algún alcalde de Pontevedra „ojalá que el actual„ planteará la retirada de esa declaración que nada aporta a la ciudad.

Hoy vuelvo a Pontevedra para acompañar a mis compañeros del Partido Popular, para agradecer a Rafa Louzán su labor durante estos años y para desear lo mejor a Alfonso Rueda de cara al futuro. Mañana regresaré por cualquier otro motivo relacionado con mi partido, con mis amigos o con mi familia porque no pienso renunciar a mi ciudad; no voy a renunciar a tomar el vermut en el Blanco y Negro, ni voy a renunciar a los paseos por la Alameda, ni a pasar la Navidad entre mi gente, ni a venir siempre que pueda. No voy a renunciar ni a mis amigos ni a mis vivencias. Seguiré compartiendo mi destino con la buena gente de Pontevedra y seguiré llevando con cariño el nombre de esta hermosa ciudad siempre en mi corazón.