Sí, ya sé que hay representantes trabajando, presentando propuestas ante la cámara de los diputados, dedicando esfuerzos a crear un Gobierno de progreso, sensato, que pueda sostenerse en el tiempo teniendo en cuenta la composición actual de la cámara pero, ¿y el resto?, ¿qué está haciendo el resto?

España es un país que basa su actividad política en la representación parlamentaria donde la ciudadanía decide, en libertad, en quién confiar su futuro más cercano, el de los próximos cuatro años pero, también, el futuro más lejano se construye haciendo política hoy. No sólo les elegimos para cuatro años, sino para diseñar el futuro de las próximas generaciones. Si creen que la ciudadanía puede permitirse meses y meses de dejadez y desidia por su parte, están equivocados. Pónganse a trabajar.

La ciudadanía votó el pasado 20 de diciembre para cambiar el rumbo de la política española y, algunos y algunas de ustedes, han decidido regalarle un balón de oxígeno al caducado Gobierno de Mariano Rajoy, dándole, por tanto, más tiempo para seguir lastrando el futuro de muchos millones de personas que necesitan soluciones inmediatas y un horizonte de esperanza.

No sé si se dan cuenta de que forman parte de ese 0,0007% de la población que tiene la suerte, el honor y la inmensa responsabilidad de, con su trabajo, representar los deseos e intereses de la población y, con su visión de Estado, construir un futuro más decente para las personas que formamos parte de este país. Tengan en cuenta que desde el día 20 de diciembre nos representan a todos y a todas y, por tanto, deben tener respeto por la ciudadanía, incluso a aquella parte que no votó la opción política con la que se presentaron.

Como les digo, señorías, ustedes forman parte de un selecto y reducido grupo al que el resto pagamos. Pero no les pagamos para que se dediquen a montar un plató de televisión en cada sesión parlamentaria, ni para que se comporten como si de un patio de colegio se tratara. Les pagamos, más bien, para que aporten soluciones. Si no tienen capacidad de aportarlas, dimitan.

El problema de este país sigue llamándose paro, a pesar de que haya quien se empeñe en llevarnos a 1978. Pero, como bien sabemos, y quizá sus señorías aún no se han dado cuenta, viene acompañado de problemas en el sistema educativo, en el sistema público sanitario o en recortes a la dependencia. Este problema, además, viene de la mano de un agujero en la hucha de las pensiones, de la necesidad de cambios estructurales en el modelo productivo e impositivo y de leyes que protejan los derechos y las libertades de la ciudadanía, así como de la recuperación de la negociación colectiva.

Y no quiero olvidar un tema fundamental: la violencia de género. Mientras siga el Gobierno de Mariano Rajoy, con sus recortes y su política educativa, no seremos capaces de afrontar de una vez, y yendo a la raíz de su causa, esta lacra social que nos afecta a todos y a todas.

Señorías, la política no es llevar a un bebé al Congreso cuando tienen guardería en mejores condiciones, sino conseguir que la ciudadanía tenga derechos más amplios por la maternidad y la paternidad y que se penalicen las contrataciones basadas en la desigualdad de género. La política no es darse un beso en el hemiciclo sino conseguir que millones de ciudadanos y ciudadanas puedan hacerlo en libertad y reconociendo el derecho al matrimonio de todas las personas. Saben, señorías, la política no es hacer declaraciones de amor como parte del teatro que están escenificando sino resolver los problemas de esas personas que necesitan de la política más que nunca.

Si quieren seguir jugando, háganlo, pero entonces la historia les pondrá en el peor lugar posible: en el lugar de quienes pudieron pero no quisieron poner de nuevo en marcha a este país.