Desde hace unos meses a esta parte y, más concretamente, desde que empezara el año 2016, los agricultores de la zona del sureste español nos levantamos cada día con mayor decepción y estupor que el día anterior. El abandono y el desamparo de nuestros gobiernos crece por minutos, y sus desalentadoras y arbitrarias decisiones nos han situado en una encrucijada sin salida, en un vaivén de idas y venidas, envueltos en enfrentamientos que no tienen sentido de ser y que los agricultores jamás hemos deseado.

Hablo de temas como la ausencia de aportes hídricos del trasvase Tajo-Segura, por un lado; y, por otro, del enfrentamiento propiciado intencionadamente por algunos políticos entre los regantes del trasvase y los de los riegos tradicionales del sur de Alicante. Iré por partes.

El pasado fin de semana, y durante estos días, me despertaba con la noticia de que el Consell ha tomado ciertas decisiones unilaterales como, por ejemplo, descartar más trasvases de fuera de la Comunitat y proclamar el «fin de la guerra del agua». Estas han sido las declaraciones del presidente de nuestra Generalitat, Ximo Puig. Y yo me pregunto, ¿cómo puede ser que gobernantes de la altura de un presidente de la Generalitat defiendan la política de dejarnos sin agua para la agricultura? ¿Cómo puede ser que apuesten por la desalación cuando se ha demostrado que esta opción no es viable para el agricultor, porque el agua desalada tiene un coste inasumible de 1? el m3? ¿Acaso no queremos nosotros más que nadie poner fin a esta guerra interminable por el agua? ¡Qué fácil es utilizar frases y expresiones de este tipo, que agradan a todo el mundo pero que, realmente, no engloban soluciones viables y estructurales para el aporte de agua a cuencas deficitarias!

Ante tal temeridad, quiero profundizar sobre el acueducto Tajo-Segura y dar cifras para que seamos conscientes de la magnitud de lo que estoy hablando. Esa infraestructura que en 1979 cambió el sureste español y que trajo el milagro a nuestras tierras y que, después de 35 años desde su construcción, sigue aportando beneficios económicos y sociales.

Según datos ofrecidos por el periodista especializado en materia hídrica, Manuel Buitrago, que en su último libro titulado El agua que nos une, analiza el trasvase en profundidad, afirma que éste constituye el mayor hito hidráulico construido en nuestro país por el Estado y ha conseguido la transformación agraria y el desarrollo social del Levante, aportando al PIB más de 2.300 millones de euros. Y es que, esta obra supuso un avance sin precedentes y trasformó nuestra economía, proporcionando un medio de vida para provincias como Alicante, Murcia y Almería, donde ha creado 110.000 empleos directos y miles de empleos indirectos en sectores económicos estratégicos Si además tenemos en cuenta el sector turístico, esta cifra asciende a 300.000 puestos de trabajo. El 62% de la superficie de regadío de Alicante y el abastecimiento de grandes ciudades como Alicante, Elda, Torrevieja y Orihuela, entre otras, depende de los caudales del Tajo-Segura.

Por todos estos motivos, cada minuto que pasa me pregunto si nuestros políticos, tanto los de nuestra Comunidad como aquellos presidentes de Castilla-La Mancha que continuamente nos desafían con la paralización del trasvase, son conscientes de la catástrofe que acarrearía extinguir este acueducto. Si lo dejan morir, las repercusiones serán de primera magnitud, estimándose los costes en indemnizaciones en veinte un mil millones de euros. Sé que no va a haber una extinción del Tajo-Segura, pero lo que sí me temo es que nuestros gobernantes consigan su inutilización. Y ese es el verdadero peligro al que nos enfrentamos porque, desde hace meses, las aportaciones de agua al río Segura cada vez son menores.

Y, para terminar, no puedo cerrar esta reflexión sin hablar del otro punto que comentaba al principio de este artículo. Quiero denunciar nuevamente las acciones y actitudes del director general del Agua, Manuel Aldeguer, ya que considero que no está haciendo lo correcto y que con sus reuniones parciales no consigue ofrecer soluciones a los regantes. Si se reuniese con ASAJA, que es lo que debería de haber hecho hace cinco meses, le diríamos que sus políticas son erróneas y perjudiciales y que nos apena muchísimo tener un responsable del Agua que busca dividir a los regantes de la cuenca del Segura con un único objetivo: debilitarnos.

Los riegos tradicionales tienen razón. La CHS no tiene atribuciones para autorizar cesiones generales de agua al trasvase, como pretende hacer. Los riegos tradicionales necesitan 400 hm3 para suplir sus necesidades anuales, y lo único que están consiguiendo con estas políticas de enfrentamientos es cargarse los dos sistemas. Las soluciones del trasvase no pasan por explotar una cuenca exhausta como la del Segura, de la que riegan los tradicionales, puesto que ésta es la única cuenca española con un déficit estructural. Las soluciones hay que fundamentarlas en dos pilares: traer el agua de ríos españoles como el Ebro, que cada año sufre inundaciones y desbordamientos; y eliminar el Memorándum que modificó la reserva mínima para trasvases de agua del Tajo al Segura de 240 hm3 a 400 hm3, reestableciendo de nuevo el caudal ecológico en 240 hm3.

Ante todo lo dicho, siento ser alarmante, pero la situación es real y de alto riesgo para las explotaciones agrarias de la provincia de Alicante. Políticos, empresarios, directores del Agua, agricultores? todo el mundo debe entender que la agricultura no es algo que se improvise, no es algo que se pone de un año para otro o de un gobierno para otro, porque no tiene color ni cree en credos políticos. La agricultura o se consolida o desaparece. El agua es de todos los españoles y no de ningún territorio. El agua debe de unirnos y no dividirnos.