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Jorge Fauró

Occidente olvida

Europa es un continente de lo más peculiar. Tierra de emigrantes en continuo movimiento desde hace siglos, resulta ahora que no quiere saber nada de los refugiados y acuerda expulsar a Turquía a todo aquel que huya de la devastación y la guerra, sirios incluidos. Pronto olvida el continente más culto de la Tierra cómo se han construido las nacionalidades de medio planeta: cuando no colonizando o arrasando territorios cuyos habitantes vivían de lo más tranquilos, asentándose a saco en latitudes de las que echaron a sus pobladores originales para, sencillamente, masacrarles y ocupar su lugar. Y eso lo hicieron europeos, súbditos de los mismos países que vieron nacer a Lord Byron, Yeats, Beethoven o Cervantes; emigrantes de imperios occidentales que no huían del latrocinio sino del hambre o aventureros a la búsqueda de nuevas tierras de promisión. El último acuerdo de la Unión Europea para con los refugiados, que incluye arrojar a Turquía a todo aquel que llegue de forma sospechosa a las costas griegas, contempla el pago de 3.000 millones a Ankara para atender a estos nuevos apátridas. La pasta, claro. La resolución, que muy pocos se atreven a defender en público con vehemencia, es una vergüenza para Europa porque representa la construcción de muros invisibles por parte de los mismos que se hacían cruces en la época del Telón de Acero. No se trata de defenderse del extranjero, sino de solidaridad, naturalmente con medidas de control que eviten que entre quienes huyen de la guerra se cuelen elementos cuya intención es desestabilizar Occidente en nombre de algún dios. Pero si sorprende la medida adoptada de este antiguo imperio venido a menos, más llama la atención quienes desde el bando republicano están a punto de convertir en candidato a la Presidencia de Estados Unid0s a alguien como Donald Trump, que arenga a la «basura blanca» norteamericana contra quienes quieren entrar al país o ya viven en él pero proceden del exterior. Los «white trash» son una institución en la América profunda. Visten peto vaquero, empuñan un rifle y viven alejados de sus vecinos. Los hemos visto en cientos de películas y series de televisión. Europa no puede acabar de la misma manera, pero parece estar empeñada en conseguirlo.

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