Es muy importante que hoy en día sigamos teniendo jornadas que nos inviten a la reflexión, a pensar más allá de lo establecido y a decidir qué tipo de sociedad queremos construir. El Día Internacional de la Mujer rinde homenaje a todas las mujeres sin distinción alguna. A todas aquellas que a lo largo de la historia han aportado, en mayor o menor medida, sus vivencias para conseguir la sociedad en la que hoy vivimos. Mujeres que, con un tremendo esfuerzo, han sido capaces de compaginar su dedicación al cuidado de la familia con una actividad laboral. Pero también homenajeamos, igualmente, a aquellas que renunciaron a sus expectativas profesionales y a un trabajo remunerado porque prestaron su tiempo en exclusiva a la familia.

Sin embargo, ésta es también una jornada para la reivindicación. Sin duda, se ha avanzado mucho y caminamos cada vez más deprisa hacia una sociedad caracterizada por la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres. Pero no hemos completado esa senda porque continúan existiendo situaciones de desigualdad intolerables. Por ofrecer algunos datos, la tasa de actividad de las mujeres se ha incrementado en más de 8 puntos en los últimos diez años y hemos conseguido reducir a la mitad, hasta llegar a los 12 puntos, la diferencia con la de los hombres. No obstante, sigue siendo una diferencia importante que debemos de procurar corregir. Por otro lado, en el último año se ha incrementado también en un 2,5% la presencia de las mujeres en consejos de administración de las empresas del Ibex-35, pero continúa en un nivel del 17,35%, por debajo de la media europea, que se encuentra en el 20,2%.

Hemos de impulsar, pues, medidas que contribuyan a incentivar y facilitar la presencia de la mujer en el mercado de trabajo, permitiendo la conciliación entre la vida laboral y familiar e impidiendo que la maternidad constituya un obstáculo, como a veces lo sigue siendo, para el acceso a un puesto de trabajo o el mantenimiento en el mismo.

Pero, más allá de las medidas normativas, es necesario que sigamos promoviendo el cambio de los patrones culturales de la sociedad. Es necesario que todos los ciudadanos, en todos los sectores sociales, seamos plenamente conscientes de que hombres y mujeres tenemos derecho a idénticas oportunidades, que somos complementarios y que nuestra presencia enriquece todos los ámbitos de la vida social.

No puedo dejar de referirme a la desigualdad más dramática que todavía existe entre hombres y mujeres: la violencia de género. Sin duda, también en este campo se han logrado avances y contamos con los instrumentos legales idóneos. Pero debemos reclamar que se intensifiquen los esfuerzos policiales y judiciales para la erradicación de esta lacra. Y también es preciso, sobre todo, una labor educativa y de sensibilización -que ha de comenzar por los más pequeños- que inculque que la mujer, especialmente en una relación de pareja, ha de ser tratada como cualquier persona, siempre con respeto y consideración hacia su dignidad.

Y es, en esta línea de trabajo, en la que hemos de invertir mayores esfuerzos también las administraciones públicas. La promoción de la coeducación y la labor de concienciación y sensibilización ciudadana son claves para avanzar en el desarrollo de las políticas de igualdad. Unas políticas que, desde la Diputación de Alicante, tratamos de expandir a nivel provincial a través del apoyo técnico y económico a nuestros ayuntamientos y con el desarrollo de campañas y programas dirigidos a nuestra juventud, encaminados a romper los roles y estereotipos de género que contribuyen a perpetuar las situaciones de desigualdad que conocemos.

En ocasiones como ésta, a veces se expresa el deseo de que una jornada de esta naturaleza no tenga que volver a celebrarse porque no resulte necesaria. Me van a permitir que, en este caso, discrepe de esa opinión. Yo quiero que sigamos celebrando el Día de la Mujer, pero que en el futuro no deba ser una jornada de reivindicación, sino tan solo festiva.