He leído una encuesta de la Fundación Santa María sobre la vivencia de la Fe cristiana en los españoles. Concretamente, preguntaba a los encuestados si creían que Dios se preocupa realmente de nosotros, los hombres. Es el tema de la Providencia de Dios. La respuesta se organiza en cuatro grupos de diferente edad. El primer grupo es de jóvenes de 18 a 29 años. La respuesta es la siguiente: el 58 por ciento de estos jóvenes cree que Dios se preocupa realmente por los hombres, sus criaturas. Cree en la Providencia de Dios. Pero un 42 por ciento de este grupo no cree en la Providencia de Dios, unos porque no tienen fe y otros porque, aunque tienen más o menos fe, les parece que el gran Dios no tiene porqué preocuparse de sus criaturas, los hombres tan insignificantes.

El segundo grupo lo forman personas entre 30 y 44 años. El 59 por ciento de estas personas dice que cree en la Providencia de Dios, o sea, que Dios se preocupa realmente de nosotros, los hombres. Pero un 41 por ciento afirma que no cree en la Providencia de Dios, por las razones dadas anteriormente.

El tercer grupo lo forman personas de 45 a 64 años. El 74 por ciento de estos consultados afirma que cree que el buen Dios se preocupa de todos nosotros. Pero el 26 por ciento de este grupo lo niega. Finalmente, el cuarto grupo, de 65 y más años. es el que tiene más creyentes. El 78 por ciento tiene fe en el amor de Dios, que se preocupa de nosotros. Pero un 22 por ciento de los consultados de este grupo se desentiende de la Providencia de Dios, de su amor y preocupación por los hombres.

Los resultados finales son muy claros: la mayoría de los consultados cree con toda fe que Dios se preocupa de nosotros, los hombres, porque nos ama. Pero queda un porcentaje relativamente alto de personas consultadas que, por diversos motivos, no creen en la Providencia de Dios, o sea, no creen en el amor de Dios a nosotros, los hombres. Creo que los motivos reales que mueven nuestra fe en Dios son positivos y más abundantes que los que reniegan del amor y la Providencia de Dios.