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Fernando Ramón

La elección de l@s mejores

De entre todos los artículos, informes y opiniones que nos inundan cuando se acerca el 8 de marzo, hay uno que me ha llamado la atención hace escasas fechas. Una institución económica ha investigado el impacto de la diversidad de género en las empresas y ha llegado a la conclusión de que las compañías que tienen más mujeres en los puestos de mando son más rentables, es decir, obtienen mayores beneficios. Si como cualquiera sabe el fin último de cualquier firma comercial es maximizar estos beneficios, ¿por qué entonces no son dirigidas la mayoría de las mercantiles por mujeres? Al contrario, según ese mismo estudio, seis de cada diez de las corporaciones analizadas no tienen en sus consejos de administración ninguna mujer y casi un porcentaje similar tampoco tienen ejecutivas de alta dirección en la gestión empresarial. Difícil de entender estas cifras, si no fuera porque de forma consciente o inconsciente el hombre busca mantener una prevalencia en cuanto al género sin tener en cuenta la capacidad, la predisposición o la rentabilidad de la mujer frente al hombre. ¿Habría que imponer esas cuotas por ley, como se han hecho en otros países, para potenciar la discriminación positiva? Nunca he sido partidario de ese tipo de normas porque acarrean situaciones que, aunque a la larga alcanzan consideraciones positivas, en el corto plazo suponen elecciones en algunos casos injustas para los directamente involucrados en las tomas de decisiones empresariales. Pero sí que sería conveniente que socialmente se interiorice la necesidad de erradicar en el ámbito empresarial (y de cualquier otro ámbito social) la supremacía de la desigualdad de género, única y exclusivamente por eso, por el hecho de ser mujer, para apostar por la elección de los mejores. Y cada vez hay más mujeres que son l@s mejores.

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