Celebro poder dirigirme a ustedes desde esta nueva columna, con la que pretendo transmitirles mis impresiones sobre la realidad circundante. Es un momento crucial, a la vista de que tenemos noticias tan destacadas como la de la infanta Cristina declarando en juicio.

Pero vayamos a lo fundamental. Que el bipartidismo pasó a mejor vida es algo que no creo que nadie cuestione ya. Me gustó el tono presidencialista de Sánchez en su discurso de investidura, por llamarlo de alguna forma, con corbata roja corporativa no sabemos si del Banco Santander o del PSOE, ese partido del que Iglesias aseguró que se le han caído la S y la O. Por cierto, me chocó la irritación del líder de Podemos ante el extemporáneo tuteo de Patxi López, a su vez aturdido por las palabras de aquél sobre Felipe González. Iglesias se pasó y quedó mal, con su tono cabreado y esas irrespetuosas mangas de camisa. En cuanto a Rajoy, la contundencia de las tortas que le propinó al candidato con su discurso quedó empañada por sus ácidas burlas hacia la bancada socialista. Por otra parte, todos parecen haber encontrado un buen puching-ball en Rivera, al que lanzaron epítetos facilones como Naranjito, lo que Rivera aguantó con su plástica sonrisa sin despintársele del rostro. Para mí el líder de Ciudadanos fue el único que salió ganando con este espléndido show televisivo.

Tengo que darle la razón a Sánchez en que Rajoy no tuvo el coraje de afrontar su investidura. De nada sirve que el presidente en funciones, al más puro estilo gallego, pretenda echarle las culpas de esto a Sánchez, teniendo además en cuenta lo insólito de su negativa a asumir esta responsabilidad. Sin embargo, comparto con Rajoy que todo esto parece una macro-campaña de imagen de Sánchez, de cara a la convocatoria de nuevas elecciones, visto que no tenía los votos suficientes para resultar elegido. Ambos líderes se acusaron mutuamente de ser tapones para la regeneración de sus respectivos partidos, y hasta puede que, para desbloquear la compleja situación política nacional, haya que hacer con los dos una operación de reciclaje.