Los buenos o malos modales que aprendimos, la educación que recibimos, los valores que nuestros padres trataron de transmitirnos, seguro que difieren de aquellos otros que en las distintas etapas de la historia trataron de transmitir esos otros progenitores a sus hijos, dependiendo de las circunstancias que les tocó vivir, y en la medida que la sociedad en cuestión hubo avanzado. Lo hicieron lo mejor que supieron o que quisieron. Hoy, a pesar de los avances tecnológicos, nos encontramos con formas de entender la vida y pensamientos que parecen más propios de la Edad Media. Todos los días acontecen hechos que nos dejan perplejos, que nos sorprenden muy negativamente a la inmensa mayoría, como los continuos asesinatos de mujeres y de sus hijos a manos de quien se supone iba a protegerles y cuidarles. Vemos en distintas partes del mundo cómo la gente huye de sus hogares a causa de la guerra, dejando atrás todo lo bueno que les costó construir y mueren en el intento de alcanzar un nuevo lugar donde comenzar. Un niño es un niño en cualquier parte del mundo y el valor de la vida es el bien de mayor valor en cualquier civilización que se precie de serlo.

A mí no me gustaría vivir en una tribu caníbal, ni querría formar parte de una organización criminal ni acabar de acostumbrarme al olor del cadáver, del secuestro, de las violaciones, a cambio de dinero o de fanatismos. Prefiero la vida del abogado honrado, aunque sea la del abogado de pleitos pobres, y no hay nada mejor que luchar por una causa justa. O al menos vivir la vida como cualesquiera otro profesional, empresario u oficio con el que pueda uno ganarse la vida y la de su familia honradamente. Siempre se duerme mejor. Y aunque no solo se vive durmiendo y se necesita comer y cobijarse del frío, la gente procura no convertirse en bestias sin almas. Antes revuelve en los contenedores que andar robando y matando a sus semejantes por un trozo de pan, aunque puede que esté todo un tanto relacionado o sea parte de un circulo vicioso del que a veces cueste salir.

Cuánto más evoluciona la sociedad más evolucionan sus distracciones, pero normalmente también evoluciona su sistema de derechos y libertades, procurándose dotar a esta de mayores garantías, de un sistema educativo general para todos, de una sanidad más amplia, de mayores ayudas, etcétera. Se refuerza al individuo y a la sociedad en su conjunto beneficiándose ambos. No obstante, todos los días seguimos viendo comportamientos extraños, terribles, que no nos dejan indiferentes, que nos causan perplejidad y la mayoría queremos erradicarlos. Son unos pocos malvados frente a una gran mayoría más «normal». Sin embargo, debemos de ser conscientes de que solo el esfuerzo diario por mejorar las cosas, de implicarnos en hacerlo y de seguir dotando a nuestra sociedad de más y mejores herramientas para resolver los problemas que acechan a sus ciudadanos, nos llevará a conseguirlo y, en consecuencia, contribuirá a mejorar el sistema.

La prensa airea todos los días nuevos casos de corrupción, mientras nosotros somos observadores privilegiados de cómo entran en la cárcel muchos de estos corruptos condenados. Los jueces y tribunales cumplen con su cometido y hacen cumplir la ley. Sin embargo, el político honrado sigue siendo el eslabón necesario de la cadena para la continuidad del sistema democrático. Dotar al sistema de mejoras constantes, de herramientas materiales y personales, de permanentes actualizaciones, pasa también por llegar a ser capaces de solucionar los conflictos que se plantean, alcanzado acuerdos y resolviendo conflictos de modo cordial en todos los aspectos y facetas de la vida. Actualizarnos constantemente, instruyendo y educando a nuestros hijos con buenos principios y valores, viviendo y dejando vivir, será siempre necesario al igual que reivindicar nuestros derechos. ¿Qué buen padre no desearía alejarse de la guerra, proteger a los suyos y vivir en paz?