Desde hace siete años recibo con expectación, en el inicio del año, los resultados del Observatorio de la Cultura que lleva a cabo la Fundación Contemporánea, una institución muy respetada que consulta a más de un centenar de panelistas de reconocido prestigio (escritores, artistas plásticos, músicos, gestores culturales, programadores) para que elijan las ciudades y los eventos más relevantes de cuantos se desarrollan a lo largo y ancho de nuestro país. A la hora de baremar cuentan numerosos parámetros, entre los que destacan la calidad y la innovación en lo que oferta cultural se refiere.
Ni qué decir tiene que Alicante nunca se ha posicionado entre las ciudades visibles en la tabla. Las 23 ciudades que figuran en el ranking por la calidad de sus propuestas son Madrid, Barcelona, Bilbao, Sevilla, San Sebastián, Málaga, Valencia, Santander, Gijón, La Coruña, Gerona, Pamplona, Toledo, Granada, Santiago de Compostela, Murcia, Valladolid, Vitoria, Córdoba, Oviedo, Burgos y Segovia.
En cuanto a capacidad de innovación en sus propuestas culturales, la tabla votada a principios de este año queda como sigue: Madrid, Barcelona, Bilbao, Málaga, Sevilla, San Sebastián, Valencia, Gerona, Gijón, Pamplona, La Coruña, Santander, Vitoria, León, Zaragoza y Murcia.
Por comunidades autónomas, las más destacadas son Madrid, Cataluña, el País Vasco, Andalucía, y en 5ª posición, pero habiendo perdido muchos puntos desde 2009, la Comunidad Valenciana. Lo mejor del panorama cultural pasa por Madrid: Museo del Prado, Reina Sofía, Teatro Real, Matadero y Thyssen ocupan las primeras posiciones, pero también figuran muy alto el Festival de Cine de San Sebastián o el Temporada Alta de teatro de Girona. De Málaga se disparan el Picasso y el Pompidou, y así hasta 45 instituciones mencionadas por los panelistas.
No por esperada, la ausencia de Alicante, de su provincia y de cualquiera y de todos los eventos que en su territorio se desarrollan, es menos desoladora. Las tres capitales vascas aparecen en el ranking de expertos con una alta puntuación, así como cuatro de las ocho capitales andaluzas. Ciudades como Mérida, Gijón o Santiago de Compostela, sin ser capitales provinciales, también han aparecido desde los inicios. Que la capital de la cuarta provincia más poblada esté fuera del mapa es muy sintomático. Máxime tratándose de la única de las diez provincias con más habitantes del país que no figura en ninguno de los parámetros valorados por los expertos. Lo malo del caso es que recuperar el tiempo perdido (y aquí hablamos de décadas de retraso) puede ser poco menos que misión imposible.
